Cuatro ecuatorianos cuentan su historia tratando de cruzar la frontera

Hay más de 10 ecuatorianos atrapados en Medyka

De acuerdo a datos preliminares del Ministerio de Relaciones Exteriores, hasta las 14h00 de hoy, domingo 27 de febrero de 2022, se ha confirmado el cruce de 201 ecuatorianos a Polonia.

También dice que tiene contabilizadas 775 llamadas en las últimas 24 horas y la emisión de 200 pasaportes de emergencia a ecuatorianos indocumentados.

Pero, aún existen compatriotas varados en los límites entre la paz y la guerra. Como los estudiantes que están por tercer día consecutivo en Medyca, ciudad ucraniana fronteriza con Polonia.

Anthony, Marlon, Joshue, Bernardo son algunos de los jóvenes que duermen en el piso de un albergue, comen sanduches con té y pasan sus horas en una esquina de la calle, junto a un local que cambia divisas, viendo como los autos pasan al lugar de sus sueños: Polonia.
Cada día intentan pasar, pero hasta ahora no lo logran, ya que solo pueden pasan en auto o, que como son varones no pueden son algunas de las razones de las negativas de los militares ucranianos.

“Estamos desesperados. Esto es una locura extrema. Nos creen vagabundos. Me cansé del abuso. Vamos a morir y dejar nuestros nombres en la historia” fueron algunas de las frases que brotaban de diferentes voces en la llamada por Whatsapp. Se turnaban para hablar.

El teléfono era de Joshue, quien había llegado a Medyca hace veinte minutos con su amigo Anthony.

Estaban agotados después de caminar 9 horas desde donde el taxi les dejó. El taxi les cobró 400 dólares para traerlos desde Lviv. A esa ciudad habían llegado luego de un viaje en un vagón hacinado de un tren que salió de Kiev.

Ellos estudiaron en Kiev hasta el 25 de febrero. Ese día fuerzas ucranianas derrumbaron un avión, y ellos se dieron cuenta que estaban en medio de una guerra. Decidieron huir.

“Llegamos acá porque decían que iban a haber buses desde Lviv hasta la frontera pero fue falso. Acabamos de llegara la frontera y nos encontramos con amigos que nos dicen que están aquí hace 3 y 4 días” dijo Anthony. “Ahora sí no sabemos qué hacer, ¿usted sabe si en realidad van a ayudar” preguntó Joshue en medio de un quebranto de la voz.

Otro de los chicos interrumpió a Joshue y recordó que, desde el día anterior  se vienen comunicando con el delegado de la Cancillería “un tal Diego”. Que esta persona le ofreció llegar en 20 minutos. Nunca llegó.

Otro chico llamó al mismo funcionario y le dijo que en dos horas llegaba. Nunca llegó. “Eran las once de la noche, esperamos como seis horas y ya nos dimos cuenta que no vino” “¿Por qué nos hacen esperar” protestó Marlon. Él también llego de Kiev, hace 3 días. Confirmó que el frio es tremendo y que van varios días que no puede dormir. Dijo que, en las mañanas al hacer la fila, con la esperanza diaria de que por fin les dejen pasar, miran que a las personas de nacionalidad india las enfilan en la derecha y las hacen pasar. Que días atrás un delegado chileno ayudó a pasar a varios latinoamericanos y a una ecuatoriana, pero que “cuando nos toca, les decimos que venimos de Ecuador y les vale” sentenció el joven.

Las voces que hablaban por el altavoz del teléfono de Joshue decían que cuando logran acercarse al punto migratorio los militares ucranianos toman a grupo de personas y las hacen sentar, levantar, sentar, levantar y luego les ponen unas linternas pequeñas, pero con luces fuertes, en los ojos. Cuando ven que se demoran mucho las filas para migración, los ecuatoriano se regresan al albergue de madera y techo triangular lleno de sillas y abarrotado de maletas donde se acomodan, como pueden, para dormir.

Pero, reconocieron que también hay ucranianos solidarios que les dan comida y hasta ropa.

Anthony contó que en estos días de incertidumbre uno de los delgados les ofreció llevar a un cura que les ayudaría a pasar. Nunca llegó. Ni el cura ni el delegado.

Ahora ya no creen en nada, aunque quieren creer que alguien va a llegar para darles la mano, o, aunque sea, una guía para poder pasar. No creen que vaya a ir un delegado, ni creen que va a existir un vuelo humanitario, a veces, ni creen que van a estar, algún día, en Polonia.