Grandes filas de Bolivianos buscando dólares en medio de escasez de divisas y temores sobre la economía

HECHO. Los ciudadanos buscan estabilidad en la moneda americana. Foto AFP

La falta de liquidez pone en jaque al gobierno de Luis Arce. La situación económica se complica y la calificación de riesgo cae en un país con más de 86% de deuda pública.

La falta de liquidez está generando un fuerte nerviosismo en Bolivia. El escenario cada vez tiene más similitudes con el que vive desde hace mucho tiempo a la castigada economía argentina.

Desde hace varias semanas, miles de ahorristas se lanzan a comprar dólares ante la fuerte escasez de divisas y los crecientes temores que inundan el escenario financiero. Se observan largas filas en los bancos todos los días y las expectativas no son buenas. Hay pocos billetes verdes a disposición y las especulaciones crecen. Por temor, los ahorristas se refugian en la divisa estadounidense, como sucede en la Argentina.

En este escenario, las autoridades bolivianos han salido a recordar que en  la ley de servicios financieros existe un artículo de delitos financieros en el que se establece que cualquiera que divulgue información falsa puede ser «objeto de proceso penal con una condena de hasta 10 años de prisión».

¿Por qué faltan dólares en Bolivia?

La demanda de dólares comenzó a notarse a fines de enero. “Hay una demanda que está superando sistemáticamente a la oferta. Esto está relacionado con expectativas exacerbadas a partir de medidas tomadas por el Banco Central desde fines de diciembre y que tenían que ver con la necesidad urgente de captar reservas en poder del público”, dijo el economista boliviano José Gabriel Espinoza al medio TN.

Hasta entonces, las reservas internacionales eran alimentadas por las exportaciones de gas, pero la guerra en Ucrania provocó un problema de difícil solución para el país: los ingresos no alcanzan para cubrir los egresos por importaciones de hidrocarburos.

Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), las importaciones de combustibles y lubricantes de Bolivia se situaron en los primeros once meses del 2022 en poco más de 4 mil millones de dólares, mientras que las exportaciones de hidrocarburos llegaron solo a 2.800 millones de dólares.

En ese marco, las reservas internacionales llegaron a niveles críticos. El último informe divulgado el 8 de febrero mencionó que solo hay US$370 millones de disponibilidad inmediata (las totales ascienden a US$3538 millones). Hay una importante reserva de oro, pero se requiere la aprobación del Congreso para utilizarla. Esto deja al país en una posición de falta d liquidez muy complicada.

Medidas que despertaron alarma

Hasta el año pasado, los ahorros estaban en su enorme mayoría depositados en bolivianos, la moneda nacional. Pero una serie de medidas encendieron todas las alarmas. La primera fue el llamado “bono remesa”. El Banco Central empezó a captar las divisas que los emigrados envían a sus familias desde el exterior.

Luego, se estableció un tipo de cambio preferencial para que los exportadores liquiden sus divisas a través del Banco Central, a un precio más alto, de 6,95 bolivianos (contra 6,86 del valor en la calle). “Esto tiene muchas similitudes con herramientas usadas en la Argentina. Entonces, se posicionó la idea de que en Bolivia se estaba rompiendo una de las condiciones básicas del régimen del tipo de cambio”, dijo Espinoza.

Bolivia tiene un régimen de cambio que se mantuvo fijo desde 2011, aunque en realidad se mueve con un esquema de bandas de flotación. Es un tipo de cambio único para todos los agentes económicos.

Estas medidas causaron fuerte preocupación. En su último informe, la calificadora Fitch Ratings otorgó a Bolivia una calificación de riesgo de B a B-, lo que “refleja el agotamiento de sus reservas de liquidez externa”. Esto ha incrementado la “incertidumbre a corto plazo y los riesgos macroeconómicos”, detalló el reporte.

A todo esto se suma el hecho de que la economía boliviana, con el fin de mantener los precios bajos y su esquema de enorme subsidios, tiene altos niveles de endeudamiento público. Según cifras oficiales, ese endeudamiento supera el 86% del Producto Interno Bruto (PIB).