
En medio de la inestabilidad, salir de su país es una de las opciones que más eligen los jóvenes venezolanos, mientras los que se quedan solo logran subsistir con más de un empleo.
Caracas. Se acaba el 2020 y muchos estudiantes venezolanos concluyen la universidad o se preparan para hacerlo en 2021. Entre la crisis propia y la heredada, se acercan tímidos a un futuro laboral en el que saben que se moverán entre la informalidad, el pluriempleo (elevado a su enésima potencia) y la migración casi obligada.
Han pasado toda su vida preparándose, deseando trabajar como diseñadores, odontólogos o periodistas, mientras veían como la situación en su país se degradaba. Ahora, cuando van a cruzar esa línea que separa la juventud de la vida adulta, observan una Venezuela en la que el salario mínimo, que percibe buena parte de la sociedad, roza los 2 dólares.
Deben, por tanto, encontrar otro trabajo con el que subsistir, apelar al mercado informal o, simplemente, marcharse y desempeñar en otro lugar la formación que han obtenido.
«Todo joven venezolano ha llegado a plantearse irse del país. Llega un punto en que nos damos cuenta que en Venezuela no existen todas la oportunidades que cualquier otro joven podría tener», explica a Efe Jessymar González, recién graduada en Comunicación Social.
Migración, ¿la mejor opción?
En un país al que le faltan 5,4 millones de personas que han migrado, todos las estudiantes conocen a algún pariente o amigo cercano que ya se ha ido a buscar un futuro mejor fuera de Venezuela.
«Tengo muchísimos amigos fuera, muchísimos familiares fuera», comenta González, quien apostilla que también conoce a muchos otros que «están esperando recibir su título para irse».
«Me he planteado bastantes veces la migración, de hecho estuve a punto de irme durante la carrera (…) Es una posibilidad que está ahí para todos los venezolanos, todos los días», agrega Daniela Iglesias, quien está al borde de graduarse como comunicadora.
«Es un pensamiento que todo estudiante tiene», concluye Cristina Pinto, futura odontóloga.
Migrar es un pensamiento, una idea, de la que no se separan quienes hoy comienzan a pensar qué harán al terminar su carrera en Venezuela y también quienes, ya con años de experiencia, se cansan de rebuscarse el sustento o de ganar 2 dólares al mes.
Doctores con varios empleos
A pesar de que los jóvenes graduados mantienen la ilusión de encontrar un empleo, tienen los pies sobre la tierra y conocen bien la realidad que les rodea. Por eso, Cristina Pinto, que estudia Odontología, ya sabe que «un médico gana unos 50 dólares mensuales» y agrega que “uno tiene que rebuscarse, así sea para salir a tomarte un café».
Precisamente «rebuscarse» es la palabra que más se repite desde hace años en Venezuela y se debe traducir por multiplicarse para tener varios trabajos con los cuales obtener unos ingresos que te permitan subsistir.
Por eso, aunque se suele estimar en un 60% el porcentaje de la población que vive con empleos informales, la realidad muestra una tasa mucho mayor. Además del trabajo legal, se debe buscar otro con el cual elevar el ingreso fijado en 2 dólares al mes (incluido un bono de alimentación).
«Pueden ser trabajos desde la casa. Ahora estoy trabajando como redactora en algo que no tiene nada que ver con lo que estoy estudiando y tampoco es que se gane demasiado», detalla la futura odontóloga.
Por su parte, Jessymar González, recién graduada en Comunicación Social, quien ya ha tenido sus primeras experiencias laborales con su título de comunicadora, agrega que «cualquier institución te puede pagar el salario mínimo y eso, literalmente, es nada».
La inestabilidad como rutina
Sin duda, Venezuela no es el único lugar del mundo donde quienes terminan la universidad tienen difícil el acceso a un empleo o a uno de calidad, pero con el alto porcentaje de informalidad y un salario que no para de caer por la devaluación, la inestabilidad absoluta es la rutina de todos los trabajadores, cualificados o no.
«Es una inestabilidad que manejas porque vives en ella (…) Para nosotros es una inestabilidad, pero es rutina», explica Daniela Iglesias, quien está terminando Comunicación Social.
Ella, como muchos de sus compañeros, ha vivido los últimos lustros de decadencia económica, degradación de los servicios básicos y de la calidad en el trabajo, pero admite que ya saben «cómo vivir en eso».
«Suena bastante complicado, pero para ti se vuelve algo normal», comenta.
2 dólares es el salario mínimo en Venezuela.
«El salario básico no te alcanza para nada, por eso la mayoría de los jóvenes buscamos otros trabajos informales. Necesito varios trabajos para tener mi día a día de la manera más normal posible».
Jessymar González
Comunicadora Social