La incandescencia que sale de la boca del volcán Tungurahua dejó de ser, para muchos, algo tormentoso y hoy es un espectáculo nocturno majestuoso que incita una admiración, pero con respeto hacia el coloso.
Si, las constantes salidas de piedras incandescentes son todo un espectáculo y que acompañado de los bramidos hacen ver la grandeza de la naturaleza.
Pero no es nada fácil el ser testigo de esta inolvidable vista. Con lo celosa que es la ‘Mama Tungurahua’ es necesario varias noches de vigía en los miradores de diferentes partes desde donde se aprecia al volcán.
De tener ‘suerte’ se puede ser testigo de la salida del material volcánico que baja por las laderas de la montaña. Eso si hay que soportar un penetrante frío que, dependiendo de la noche y el estado del tiempo, bordea los cinco grados centígrados.
Muchas veces pasa nublado el cráter, otras llueve con gran intensidad, pero la noche del martes y madrugada de ayer miércoles el ‘Garganta de fuego’, como lo llamaban los antiguos habitantes de Tungurahua y Chimborazo, se dejó ver en todo su esplendor.
Fueron varias noches y madrugadas de una incansable espera que se tuvo que pasar para captar gráficas de este nuevo proceso.
Es por ello que un equipo de diario La Hora viajó al mirador del cantón Quero desde donde se captaron varias gráficas. Posterior se trasladó a la Cruz de Cotaló, otro mirador muy estratégico. Ahí un grupo de cinco guayaquileños no dejaban de admirar y dar calificativos al volcán.
Carlos Balseca, mientras veía las explosiones, comentaba que había escuchado mucho del proceso eruptivo y que en principio le daba miedo visitar Baños por lo que escuchó en su Guayaquil, pero junto a cuatro amigos decidieron viajar. Una vez en el lugar indicó que al escuchar los bramidos y ver el fuego sintió un miedo que nunca había experimentado, pero como pasaban los minutos se acostumbró a ese espectáculo y se dijo esto hay que vivirlo.
Tal era su admiración que ni el imponente frío les hacía arrepentirse del viaje, era como si la montaña les había encantado a los guayacos.
Balseca no dejaba de hablar y hasta se daba tiempo para llamar por su celular a contar lo que veía a su familia, mientras Fernando se daba lija tomando fotografías: “Es para enseñar a todo Guayaquil de lo espectacular que está el volcán”.
Este grupo de amigos se quedó tan impresionado que aseguró que regresarían otro día y ya no con miedo, sino con muchas ganas y más abrigados. “El viaje valió la pena y con este show está pagado todo sacrificio económico y hasta del cuerpo”, manifestó Balseca.
Pasaron los minutos y llegó la madrugada (02h00) hasta que el coloso dejó de brindar su espectáculo. Era la hora de regresar, pero no sin antes bajar a Baños en donde la vida nocturna no descansa.
A nuestro paso un vehículo de la Policía hacía su patrulla y brindaba seguridad.
Institución policial que forma parte del plan de capacitación y seguridad que se aplica en Baños en caso de una emergencia para enseguida dar la alarma de alerta, que lleva ocho años y hasta ahora no se ha dado, sino la de simulacros.
Son organismos de socorro y seguridad que en base de capacitaciones son los primeros en estar alerta y presta el servicio de guía hacia las muchas zonas de seguridad que existe en el mismo cantón y en las afueras.
Al igual que Carlos Balseca y su grupo, muchas personas se apuestan en sitios estratégicos a observar al volcán que en los últimos días se deja ver para contemplar su grandeza.