La xenofobia: una enfermedad social

Diego Alejandro Gallegos Rojas

El miedo nos estanca, no nos permite ser, actuar, porque, equivocadamente, creemos que los otros, los extranjeros, se van apropiar de nuestra cultura, de nuestras tierras, de nuestras mujeres, de todo y de nada a la vez. Me pregunto apropiarse de qu, si nada nos pertenece, ni siquiera nuestras vidas. Lo paradico de la vida, es el ser humano.

Experiencias en tierra de los vikingos
En 1998 viaja Suecia, la tierra de los aguerridos y temidos vikingos. Permanecahalguna temporada. Vivalgunos meses en Lund, al sur, cerca de Dinamarca y despu viven Estocolmo, la capital de los suecos, y de las hermosas mujeres suecas, con rostros de mucas barbie, de apariencia fril, pero muy altas, gigantes.

Los escandinavos esperan con ansiedad la llegada del verano para huir despavoridos hacia el Mediterreo. Yo no fui la excepci. Suecia para el latinoamericano, para un ecuatoriano, y sobre todo para un lojano, sobrevivir allresulta demasiado caro. El dinero se me terminaba, imposible ahorrar. En Suecia, el sol muy rara vez aparece y si alguna vez asom fue tan so para rese en mi demacrada cara. Me lanca la aventura.

Animadversi a los norteamericanos
Llegua Hania, en la isla de Creta. Yo viajaba solo, no conoc a nadie all ni ten una direcci exacta en donde llegar. El miedo se presenta, es terrible convivir con el miedo, miedo a la incertidumbre, a no saber quiba a pasar, ni qucamino tomar, pero puede m las ganas de enfrentarte a esa realidad, a ese desaf para conocer lo desconocido.
Aslo hice, con otro idioma diferente al m, con personas que nunca habn oo hablar del Ecuador, de nosotros, de su gente. Grecia sobrevive gracias al turismo, lo que ha hecho que la mayor de la poblaci hable el ingl, franc, alem. Esto me sirvide gran ayuda porque bien o mal, me defiendo m o menos con este primer idioma, pero a la vez se constituyen un serio obstulo, porque, lamentablemente, por las malas policas que el gobierno norteamericano ha implantado en el mundo, existe el odio por todo lo que es norteamericano, no son todos, pero, por desgracia, me encontrcon gente asque con sus ojos repletos de ira me gritaban que no era bienvenido, como dicidome; aquno te queremos, fuera de aqu

Ecuador es casi un mito
Frente a esta difil situaci comprendque lo m conveniente para mera hablarles en castellano, les dije que mi pa es el Ecuador, tampoco entendn, con gestos, desesperado les dec, montas, volcanes. Al final comprendieron que mi idioma no era el ingl, entonces yo no era su enemigo, sino que era eso, un extranjero, un aventurero en la tierra de los dioses del Olimpo.

Despu de haber permanecido 15 interminables ds en Grecia regresa Suecia. En el aeropuerto de Arlanda,en Estocolmo, passin ning problema migraci. Estaba cansado, so quer dormir. Mas, de pronto, un viejo mal encarado me llamy dijo que abra mi equipaje; pensque se trataba de la revisi de siempre, pero no fue as Miratr para comprobar si tambi a otros pasajeros les estaban revisando, pero no, yo era el ico, al que se me investigaba, se revisaba lo poco que ten.

Marcada xenofobia a sudamericanos
Ante mis ojos abrimis cartas, las cartas de los amigos. Me senthumillado. Nunca encontrnada Qubuscaba? Si llevaba droga, alguna bomba, armas; no hab nada que vaya a atentar contra la seguridad del aeropuerto. M a cuando ya hab pasado los filtros de seguridad lo que confirmaba que no hab nada que temer.
La seguridad de aquel pa es ica, al extremo que ellos saben cudo llegas, en dde te hospedas; saben todo de ti. La cortes sueca se convirtien una maldita experiencia. Cuando reclam se me amenazen no dejarme salir del aeropuerto. Supuestamente asse respeta los derechos humanos. Cu era el delito? Mi color? mi idioma? mi vestimenta?, era sospechoso por mi apariencia de abe, de hind, de indio latinoamericano, eso me hac ser sospechoso, ser criminal, terrorista, ladr.
Todo esto lo vivyo. No es fil entender al ser humano. En todas las partes del mundo desgraciadamente ocurre esto y a no logro entender por qu Me olvidaba decir tambi que en alguna ciudad de Europa le «Migrante ayanos a luchar contra el racismo: vuelve a tu pa». Sin comentarios.

La xenofobia, el racismo, la discriminaci, hoy quiz son nuestros mayores males, nuestros peores enemigos, porque en el fondo somos nosotros los culpables, somos nosotros nuestros propios enemigos, no los extranjeros. La palabra extranjero no deber existir. No debemos mirar al otro como un agresor, como un usurpador, sino simplemente soy yo mismo reflejado en el otro. Vemos al otro, al extranjero como una amenaza real, los aislamos, los destruimos por el miedo de parecer ante ellos, ante su cultura.

El diogo supera las controversias
Frente a todo esto, se hace imprescindible, la confianza, el diogo, la tolerancia, el respeto a las diferencias, ponernos siempre en los zapatos del otro, caminar por el mismo camino. No es fil, es un proceso, un proyecto de vida, de toda la vida. Debemos desterrar el mal, la maldad humana que vive en uno mismo, en nosotros mismos. Ahora nos encontramos perdidos en mitad del ocno, esperando con ansias que la alta marea nos devuelva otra vez a la orilla.

Es el hombre quien se acostumbra a todo, a corromper al otro, a matar, a calumniar, para saciar nuestra bestialidad. Nuestra condici de animales domesticados por nuestras bajas e insaciables pasiones, domesticados por el insulto, por la palabra barata, la injuria se impone. Como no podemos competir con el otro entonces le arrojamos la podredumbre de nuestra maldad, ahest presentes nuestros prejuicios, los etiquetamos como si fueran mercanc, el ico objetivo miserable siempre es dar la reputaci del otro, volvemos con m fuerza, atacamos hasta destruirlo sin que quede nada de ni siquiera su sombra . El da esthecho, es irreparable.
Assomos, una humanidad deshumanizada, desvalorizada, repleta de mediocres. Sin darnos cuenta que el problema no es el otro, el problema esten m en nosotros, en todos. Y actuamos asporque cuesta aceptar que no estamos bien, que nuestro interior, es el vivo reflejo de lo que somos, mediocres, animales con ropaje de falsos hombres.