
Carlos Argentino, fue el nombre artístico de Israel Vitenszteim Vurm, un cantante argentino de música tropical, que formó parte de la banda cubana Sonora Matancera. También fue conocido en el argot musical, como ‘El Rey de la Pachanga’.
Entre sus canciones consta aquella que dice: “en el mar la vida es más sabrosa”, la vida será sabrosa en otros mares del mundo, o para otras personas, porque para los pescadores artesanales esmeraldeños y ecuatorianos en general, el mar se ha convertido en una verdadera pesadilla.
Ese horror lo vivió Carlos Alberto Quintero Charcopa, la noche del 1 y 2 de agosto, cuando junto con Jeison Aron Fuentes Quiñónez, salieron a pescar a 30 o 40 millas desde su parroquia Rocafuerte, cantón Rioverde y fueron víctimas de los piratas de mar.
Quintero Charcopa nadó 20 horas, desde las 20:00 del miércoles hasta las 16:00 del jueves, apoyado en las boyas del trasmallo, cuando fue recuperado por los rescatistas. No corrió la misma suerte su compañero, Fuentes Quiñónez, quien por efectos de las heridas y el cansancio, falleció ahogado, en medio de la desesperación de su compañero de infortunio.
Atacados y lanzados
“Eran las 20:00, apenas alcanzamos a echar el trasmallo, cuando llegaron seis tipos con sus rostros cubiertos, fuertemente armados. Del ataque verbal, pasaron a la agresión física, dispararon sus armas, nos hicieron cortes con machetes, en medio de nuestros gritos desgarradores y los pedidos de piedad, bañados por los charcos de sangre”, dice en su relato Quintero Charcopa.
Agrega que fueron vanos los pedidos de piedad, los seres desalmados no tuvieron misericordia, así heridos los arrojaron al mar y se llevaron las pertenencias. En la oscuridad juntaron unas cuantas boyas, nadaban sin rumbo fijo, guiados por el instinto de supervivencia.
“Mi amigo me decía que me fuera solo, que no podía más, aunque tratábamos de apoyarnos en las boyas, hasta que vimos la luz del día, eso nos tranquilizó un poco, al menos podíamos vernos las caras”, recordó.
El relato del sobreviviente es conmovedor, su brazo derecho lo tiene vendado, lo sostiene con una faja (cabestrillo), pendiente de su hombro izquierdo, narra que dos veces tuvo que auxiliar a su compañero, a quien llama ñaño y hermano, cuando se iba hundiendo a la profundidad de océano.
Narra la muerte y rescate
“Así herido como estaba, con fuerte dolor, la primera vez que lo auxilié, le metí los dedos en la boca del estómago, botó mucha agua, abrió la boca, como pidiendo oxígeno, tuve que darle respiración boca a boca, reaccionó y me abrazó, yo le decía ¡fuerza ñaño!, ¡fuerza hermano!, ¡hay que tener fe en Dios, que llegaremos a tierra!.
Seguimos nadando, unas veces nos dejamos llevar por el mar, subidos en las boyas. De nuevo nadábamos, mi compañero se distanció a unos seis u ocho metros, de pronto desapareció de la superficie, comencé a buscarlo, lo divisé en el fondo, lo tomé del brazo y lo empujé hacia arriba.
Pero todo estaba perdido, estaba sin vida, comencé a gritar, a llorar, me dolía la muerte de mi compañero, pensé en lo terrible que era quedarme solo en medio del mar, temía que lo mismo me sucediera. Luego me serené y lo amarré de una parte del trasmallo, para evitar que se fuera al fondo.
Cuando eran las 16:00 o 17:00, de jueves 2 de agosto, llegó una lancha, encontraron el cadáver de mi amigo. A pesar que yo estaba a pocos metros no me veían, las olas no lo permitían, como pude hice señas con la camisa mojada, cuando ya emprendían el retorno, el espíritu de mi amigo hizo que me vieran y me rescataran”, narró el sobreviviente de un asalto Carlos Alberto Quintero Charcopa.
EL DATO
Capitanía de Puerto de Esmeraldas recomienda chip o el Sistema de Monitoreo Satelital motores para mejorar la capacidad de respuesta.
Siguen los asaltos
En lo que va de transcurrido el 2018 ya se contabilizan 65 robos de motores, lo que da un promedio de ocho robos cada mes. De igual manera se contabiliza cerca de 23 lanchas robadas y cuatro motores recuperados.
La estadística de la Cámara de la pesquería de Esmeraldas, a la que tuvo acceso Diario La Hora, revela que en los últimos nueve años, se han registrado el robo de 1.059 motores fuera de borda y 255 lanchas.