Jorge Rodríguez o la guerra total contra la corrupción

Jorge Rodríguez o la guerra total contra  la corrupción
Perfil. Jorge Rodríguez, presidente de la Comisión Anticorrupción.

El presidente de la Comisión Anticorrupción habla de sus pasiones y los motivos que inspiran su lucha contra la impunidad.

Uno de los mayores orgullos de su vida es haber estudiado en la unidad educativa municipal Sebastián de Benalcázar. Sin embargo, Jorge Rodríguez tiene muchas otras pasiones como su familia, los deportes extremos, la economía y la lucha contra la corrupción. “Donde haya peligro, ahí estoy yo”, dice, con divertida sonrisa.


A la economía la encontró por error o por destino. Fue a estudiar arquitectura en EE.UU. y cuando llegó lo enlistaron para ir a luchar a la guerra de Vietnam. Prefirió regresar a Quito y estudiar economía en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. No pudo ir a la única facultad de arquitectura que había en esa época, porque la Universidad Central había sido cerrada por la dictadura de Velasco Ibarra.


Cuando en época de Fabián Alarcón se formó la Comisión Cívica Anticorrupción, Rodríguez era presidente del Colegio de Economistas de Quito y otras asociaciones por el estilo, así que fue nominado por parte de los colegios profesionales. “Todos eran abogados, yo era el único economista, durante la crisis bancaria yo lideré las denuncias contra los bancos porque entendía más la parte contable”, recuerda. En esa época, también empezaron los juicios que los aludidos por denuncias de corrupción le han interpuesto. Hoy dirige la actual Comisión Anticorrupción, establecida en 2015 por mandato de organizaciones sociales.


Su actividad económica la dedicó a los seguros y reaseguros, campo en el que fue un exitoso hombre de negocios, aunque en los últimos años le ha ido mal. “Un gran porcentaje de nuestra cartera eran seguros estatales, cuando uno abre la boca lo primero que hacen es ver cómo le golpean y la forma de debilitarle o callarle es justamente atacando su principal fuente de ingresos”, dice. Los juicios y las afrentas a sus emprendimientos han sido las consecuencias de su lucha contra la corrupción. “La primera noche en que pusimos en Fiscalía una denuncia de corrupción no pude dormir”, cuenta, “ahora duermo tranquilo porque no debo ni temo a nadie”.


Sus memorias


Si bien le disgusta vivir la mitad del tiempo en juzgados, defendiéndose y dudando de la independencia judicial, cree que su lucha vale la pena. “Yo creo que nuestro trabajo servirá para decir a la gente que todavía existen hombres y mujeres libres y de buenas costumbres”, señala. Piensa, con tristeza, que la política hoy está desprestigiada por la corrupción y su cómplice, la impunidad.

Extraña el tiempo de los “viejos pajarracos” que veían en el poder una oportunidad de servicio cívico, en referencia a políticos como Raúl Clemente Huerta, Arsenio Vivanco, Édgar Molina Montalvo o Julio Moreno Espinosa. Recuerda que hubo en la historia ecuatoriana presidentes que murieron pobres, como José María Velasco Ibarra, o que no se enriquecieron a costa de su cargo, como Clemente Yeroví Indaburu.


Los juicios


El día en que el contralor, Carlos Pólit, sentó a los comisionados en el asiento de los acusados, fue el penalista Felipe Rodríguez, hijo de Jorge, quien los defendió. “Felipe y el equipo que trabaja con él nos ayudan gratuitamente, no solamente porque es mi hijo, sino porque son luchadores y tienen un concepto muy particular de lo que significa la abogacía”. En ese sentido, recuerda que una de las personas que lo denunció paga a sus abogados 580 mil dólares, una cantidad de dinero que podría financiar a la Comisión por cinco años, pagando investigadores de primera calidad. “Le he dado una preocupación bien extrema a Felipe, tiene que defender a su padre ante una justicia absolutamente parcializada, pero ha hecho un buen trabajo”, dice.


Al principio de su actividad en la Comisión, su familia sufrió y le pidió que no tuviera una participación activa. “Con el transcurso del tiempo mi mujer me ha apoyado con mucha fuerza, igual mis hijos”, dice sobre la última hija y los nietos de Julio Moreno Espinosa, uno de los íconos de la política del siglo XX y del liberalismo en Ecuador. Está convencido de que estos juicios no hacen sino fortalecer la lucha contra la corrupción. “La última acción de la jueza Matamoros enalteció la labor de una Comisión”, dice y agrega que muchas personas quisieran también denunciar los actos ilícitos, pero tienen miedo.

Dejando un legado


Jorge Rodríguez es un convencido de que los espíritus luchadores van creando una estela, como el avión que pasa por arriba, que vale más que el poder y el dinero, y que tiene que ver el legado de decencia que piensa dejarles a sus hijos y nietos, y que recibió de su padre, el coronel Enrique Rodríguez Moscoso. “La lucha contra la corrupción no puede ser labor de 10 o 12 ciudadanos, tiene que ser de todo el país y mientras no tengamos un gobierno que siembre un ejemplo de justicia, esa labor será imposible”, dice, con la firmeza de quién se sabe transparente, decente, libre. (MMD)

Ficha
El personaje


Jorge Rodríguez estudió economía en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Comercio Exterior en la Escuela Técnica de Ingenieros.

Se especializó política y administración tributaria en la Fundación Getulio Vargas de Brasil. Está casado con Mónica Moreno.

Tiene una hija, dos hijos y dos nietos.


El Dato


La noche del martes 16, en el hotel Marriot, se realizará un acto de respaldo a los comisionados.