
Mira. Sobre el nacimiento del acarreo y la quema de la chamiza en el cantón Mira existen diversas opiniones.
Unos dicen que en encuentros de amigos, para amenizar las conversaciones en horas de la noche y poder abrigar, prendían el fuego con las malezas que eran encontradas.
Otros relatan que nació la tradición en el campo, ya que los productores agrícolas utilizaban el fuego para controlar las heladas.
Una versión también comenta que ya con la evangelización los ancestros mireños hacían el ritual a las imágenes religiosas, con el calor.
Actualmente esta actividad se ha convertido en tradición de un pueblo, en donde se muestra la confraternidad, la minga, la unión, a pesar de no tener a ciencia cierta conocimiento sobre su aparición.
Dos veces al año se desarrolla el acarreo y quema de la chamiza. En febrero en las fiestas religiosas y en agosto en las celebraciones de cantonización.
Cómo se preparan
Según explica Carlos Miguel Pastaz, el participante durante un año ya tiene definida la rama, la cuida, la mantiene y luego cuando faltan pocas horas para el acontecimiento la corta para que este apta en la quema.
“Luego, los participantes utilizan caballos, bicicletas, motos, carros y en otros casos van a pie halando las ramas. Forman un desfile, donde bandas de pueblo van animando a lo largo del recorrido que va pasando por las principales calles de la urbe. También existen comparsas para adornar la procesión”.
Según dijo, durante la caminata mujeres van brindado la agradable chicha que fue preparada con antelación. Además se reparte una especie de jugo de naranja mezclado con licor, la bebida propia de la zona, llamada el tardón mireño.
Toda la chamiza es concentrada en el Estadio Galo Plaza y la dejan lista para ser quemada en horas de la noche, donde se hace la programación del novillo de bombas.
En este acontecimiento nocturno no puede faltar la achupalla, que es una especie de penca, que se la encuentra en las quebradas del lugar, que al momento de la quema produce sonidos y da alegría en medio de las llamas.
El novillo de bombas
Consiste en torear a un novillo, que tiene sus cachos encendidos con llamas. Según Consuelo Andrade, esta es una tradición que se mantiene en Mira y que fue heredada en la colonización española.
Edmundo Onofre cuenta demanda de mucho tiempo de preparación para tener lista la lidia de un toro que va con fuego en los cachos. “Son varias las personas las que trabajan para este acontecimiento: una persona se encarga de moldear los cachos postizos, donde va impregnado con cebo para que mantenga el fuego; otros, en cambio, afinan la jáquima, que ayudará a sostener al animal que lo ponen al ruedo”.
Previo a la corrida existe un grupo de voluntarios que trabajan en colocar los cuernos postizos. Estos deben contener un material para que no queme al cacho natural del animal y lo haga daño.
Cuando el animal está listo es soltado al ruedo para la embestida. Allí aficionados muestran los dotes de toreros. Grupos de amigos corren de un lugar a otro llamando la atención al bravío semoviente. La banda de pueblo anima la corrida.
Estos acontecimientos se han convertido en los más llamativos de las celebraciones del cantón Mira. Concurren grupos familiares, de amigos, turistas, que suman más de 10 mil personas que llegan a presenciar esta tradición cultural. (CCJW)
CARAS
“El acarreo de la chamiza es una costumbre que vienen desde antes”. Carlos Miguel Pastaz.
“Para este acontecimiento la mujer prepara la chicha y reparte a los asistentes”. Liva Chicaz.
“Esta tradición se la lleva en la sangre, es una herencia de nuestros abuelos”. Edmundo Onofre.



