Montañas, volcanes, valles que esconden muertes y muertos. Los secretos a voces viajan como el agua que corre por el río.
“Amarrarte una piedra en el pescuezo y botarte al Pastaza”, dicen las abuelas. Los dichos nacen de verdades. Y esta en particular es cruda. Una verdad que duele.
Medidas
Pasaron diecinueve años. Diecinueve años de angustia, incertidumbre y dolor. Están quienes se asombran que después de tanto la búsqueda continúe. Pero para la familia de Freddy Marcelo Núñez Naranjo las fuerzas no se agotan.
Marcelo desapareció en 2001. Tenía 27 años. Es mejor decir que lo secuestraron, torturaron y desaparecieron.
Esta historia es tan fuerte que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió al Gobierno de Ecuador revisar este caso y dar una respuesta.
Las búsquedas se retomaron hace poco en Quero en donde sucedieron los hechos.
El 28 de julio los investigadores de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestro (Dinased) de la Policía Nacional junto con la Fiscalía recorrieron el cantón, pasaron por Puñachisag y Shaushi haciendo un reconocimiento de los lugares en donde se habría torturado y encerrado a Marcelo.
Eran calabozos en condiciones infrahumanas, húmedos y sin ventilación.
Nueva búsqueda
Continuando con la búsqueda, la mañana de ayer la Policía Nacional, llegó hasta el río Chambo en Cotaló (Pelileo). Se dice que aquí las Juntas del Campesinado desaparecían a las personas, las botaban al río dentro de un saco de yute con piedras.
“Entre las montañas hay un hueco que solo lo conocen los comuneros, ahí tiraban a los cuatreros y ladrones”, contó Julio, vecino del lugar.
Para la exploración en el río, llegaron policías del Grupo de Operaciones Especializadas (GOE) de Chimborazo.
El capitán Byron Brito del GOE dijo que una persona bajó aproximadamente 60 metros en la encañonada del río para hacer un registro fotográfico del lugar.
“Queremos descartar que el desaparecido esté en el lugar, tenemos información que pudo haber sido lanzado aquí”, manifestó Brito.
Mientras que el capitán Marco Antonio Salazar, jefe de la Dinased, indicó que las investigaciones continuarán. “Esta no será la última búsqueda, vamos a agotar todos los recursos para tratar de localizar a la víctima o esclarecer el hecho ocurrido”, mencionó.
La historia
Un domingo de 2001, en Quero. El 15 de julio, el salón de billar ‘Latinos’, funcionaba como siempre. La madre de Marcelo, Gregoria Naranjo era la dueña.
Dos personas que no quisieron pagar su consumo armaron un escándalo, rompieron cosas y se fueron.
Marcelo enojado los buscó, hubo una pelea. La Policía llegó detuvieron a Marcelo y a Octavio M. (del otro bando) que se dice, fueron recluidos en la cárcel del destacamento policial de Quero.
Media hora después, cerca de 400 miembros de Puñachizag habrían ingresado a la fuerza a la prisión, liberando a Octavio que pertenecía a su comunidad y secuestrando a Marcelo.
También se llevaron a Gregoria (madre) y a Marcia hermana del desaparecido, quienes fueron encerradas en estrechos calabozos en la comunidad de Shaushi. Fueron torturadas, golpeadas, despojadas de sus ropas.
Cuando la Policía intervino solo estaban las dos. Marcelo desapareció.
Las Juntas del Campesinado, que estarían involucradas en esta desaparición, acusaron a Marcelo de delincuente.
La familia del desaparecido dice que las Juntas de Defensa del Campesinado son grupos irregulares que se conformaron como organizaciones de justicia paralela y que generaron una situación de inseguridad en la población. Que sus actos de violencia permanecen en la impunidad.
El 8 de mayo de 2002 se dictó prisión preventiva contra siete incriminados de las comunidades de Puñachizag y Shaushi, pero las Juntas del Campesinado se defendieron diciendo que Marcelo se dio a la fuga, que se cambió el nombre y hasta aseguraron que era parte de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). (APQ)