El Arzobispo de Guayaquil, Monseñor Antonio Arregui, espera a su sucesor en la Arquidiócesis en esa ciudad, tras haber presentado hace más de un año su renuncia al cargo en la Nunciatura Apostólica.
En una carta dirigida a sus fieles de la arquidiócesis, aclara que los pronunciamientos realizados en los últimos días no han tenido la intención de favorecer a ningún grupo político o un aspirante a la representación popular.
“No lo he hecho ni en público ni en privado (…) mis pronunciamientos han sido formulados en estrecha comunión con los hermanos Obispos del Ecuador, con el deseo de ayudar a la formación de la conciencia y sin ánimo de perjudicar o favorecer opciones políticas”, dice Arregui en la misiva.
Y, tras sostener que la crítica siempre debería ser serena y constructiva, recuerda que en el ámbito de las libertades reconocidas en la Constitución, “si alguien estima que he abusado en algo, hace bien en dirigirse a mis superiores inmediatos, que son el Papa Francisco y sus colaboradores”.
El pronunciamiento de Arregui se produjo pocas horas después de la decisión del Gobierno de enviar una carta al Vaticano por su supuesta participación en política y por opinar que el diálogo al que ha convocado el Ejecutivo debe “recuperar credibilidad”.
«Hemos presentado la respectiva carta de protesta al nuncio apostólico, porque eso está prohibido por el derecho romano, por el acuerdo con la Santa Sede: el involucramiento, peor de obispos, en política», dijo el presidente Rafael Correa este sábado. “Los curas no tienen derecho a participar partidariamente en política; cada vez que actúen como políticos tendrán que recibir respuestas políticas», agregó el mandatario. (SC)