El tema produjo gestos de desagrado y rechazo en la sociedad, hablar del Congreso Nacional no es de su simpatía, sobre todo cuando se les preguntó qué es lo bueno o rescatable.
En la calles, nueve de cada diez ciudadanos no confían en los ‘Padres de la Patria’, pero no todos comparten la idea de eliminar el poder legislativo.
“El congreso no sirve para nada, tan solo representa los intereses de los grupos políticos y económicos que tienen el poder”, dijo el quiteño de 33 años, Giovanni Reyes.
Su punto de vista sostiene que nuestro país está atrapado entre la espada y la pared, pero asegura que no es conveniente desaparecer la legislatura.
“Es un mal necesario. Lo que conviene es elegir a personas que no estén vinculadas a los partidos, es decir, independientes”, manifestó.
Lenin Veloz, estudiante de la Universidad Metropolitana, sostuvo que no hay manera de controlar al Congreso. “Quien manda en nuestro país no es el presidente, sino los partidos políticos que manejan el Congreso”, sostuvo.
Su propuesta es que se disminuya la cantidad de diputados a 22, uno por cada provincia.
Esta idea de que haya un congresista por cada provincia toma mayor fuerza en las personas entrevistadas. “No hay nada bueno del Congreso, no crean leyes que favorezcan al pueblo.
No hace falta más de 22 de ellos para que sean intermediarios con la Presidencia de la República”, comentó Marcia Molina, de 30 años.
Esta posición también es compartida por la ciudadana, Ángela Campos, pero añade que debe existir un “sistema de rendición de cuentas semanal” para cada uno de los parlamentarios.
“Hay que escogerlos por el perfil que tienen y no por el partido al que pertenecen”, expresó.
Para Hugo Ponce, de 57 años, alrededor de diez diputados se salvan de la corrupción y vagancia del Congreso. “El Control Cívico contra la Corrupción debe tener el poder adecuado para vigilar constantemente a todos los diputados”, fue su sugerencia.