
Digna Luna, perjudicada del sector 50 Casas, expresó su preocupación por la forma como se están entregando las ayudas humanitarias a los miles de damnificados de su sector. “Los que han recibido y están recibiendo son quienes viven al fondo de este barrio y los que no necesitan tanta ayuda, como quienes lo perdieron todo, incluso sus casas”, comentó Luna.
Sugirió a las instituciones, organizaciones, grupos o a quienes estén haciendo esta labor de benevolencia que lo hagan de casa en casa, para que la contribución llegue realmente a quienes lo necesiten.
Aseguró que muchos de los niños están con afecciones gripales, erupciones en la piel, fiebre; también las madres están con dolores musculares y otras molestias en su salud, para lo cual pidió que se envíen brigadas médicas para atender a los enfermos.
Entrega inequitativa
“Es verdad que la ayuda ha llegado significativamente a ambos sectores sino que la distribución no ha sido equitativa”, expresó. Refirió que, incluso, optaron por entregar solo en los albergues, de donde muchas familias abandonaron el lugar, por los tantos problemas como robos y peleas que se suscitan en estos centros de acogida.
La realidad de Betty Vaca no es distinta a la de muchas familias del lugar que igualmente lo perdieron todo, ella perdió todas sus cosas, cama, colchones, cocina, ropa, etc. “Me quedé sin una toalla con qué secarme”, afirmó.
Ahora está alojada en la casa de uno de sus familiares, “porque de mi pequeño hogar solo quedaron escombros, a mis hijos les hace falta su casa, donde correr, donde dormir, extrañan todo eso, ahora estamos alojados en casa de unos familiares que no es lo mismo”, expresó la perjudicada.
Hijos enfermos
Añadió que para completar su desgracia, sus hijos ayer amanecieron con fiebre, gripe y erupciones en la piel, producto del ajetreo de los últimos días que le ha tocado vivir, luego de la tragedia ocurrida hace nueve días.
En el sitio que da acceso a la vivienda que fue su hogar por más de siete meses, estaba Gloria Chica, madre de siete hijos, a quien su esposo la abandonó hace mucho tiempo. En el rostro de esta humilde mujer se notaba la tristeza y la impotencia de no tener un trabajo y los recursos para adquirir sus enseres del hogar que el desbordamiento del río Teaone le destruyó.
Expresó estar acongojada porque nunca imaginó que lo poco que había adquirido con su trabajo de lavada de ropa y limpieza de casas lo iba a perder en tan solo minutos, no tiene esposo ni nadie que le extienda la mano, incluso, el bono de desarrollo humano se lo suspendieron hace dos años. (MES)