Un hilo de agua putrefacta separa las casas de las vecinas Rosa Valencia y María Valencia Quiñónez. Con el sol los olores fétidos del lodo en descomposición inundan el ambiente; con la lluvia, algunas viviendas terminan con aguas contaminadas en sus cuartos y sala.
Rosa, este año decidió protegerse e hizo construir en el ingreso del hogar donde vive con sus hijos y esposo, un muro de bloques de unos 50 centímetros de alto. “Ojalá que el agua que sale de ese canal grande que viene desde los barrios de más arriba no me inunde mi casita, porque con las lluvias esto (apunta con su dedo derecho la zanja por donde fluye las aguas servida y lluvia) parece un río”, detalló visiblemente preocupada y molesta.
Su enojo nace porque en las tres últimas administraciones municipales, incluida la actual, no se los incluye en un plan serio de intervención, pese a que han hecho pública la problemática de insalubridad y han visitado a los alcaldes en busca de soluciones.
Enfermedades cercanas
Su vecina coincide con ella y agrega, que no solo el Municipio debe priorizar la atención a las cerca de 50 familias del lugar, sino que el Ministerio de Salud Pública debería realizar fumigaciones más frecuentes y donarles toldos para reducir los riesgos de contraer enfermedades como el dengue, chikungunya, paludismo u otras transmitida por el mosquito Aedes aegypti.
“Creo que somos el barrio más abandonado de Esmeraldas”, expresa con resignación, mientras muestra con su mano derecha cómo lo que era una casa habitable de dos pisos, ahora está abandonada y llena de desechos y agua putrefacta.
El barrio ‘3 de Octubre’ está a la vista de todos los que van hasta la Universidad Técnica de Esmeraldas ‘Luis Vargas Torres’, utilizando la vía del barrio 26 de Junio o ‘Tripa de pollo’, uno de los barrios altos de la ciudad de Esmeraldas.
Una de las madres de familia que vio una oportunidad de habitabilidad en el barrio, fue Jéssica Ayoví Nazareno. Ella pagaba 120 dólares de arriendo en el barrio ‘20 de Noviembre’, pero los pocos ingresos económicos familiares la obligaron a migrar.
Colocación de tubería
Luego de buscar en diferentes sectores un lugar que se ajustara a su economía, llegó hasta el ‘3 de Octubre’ donde paga 70 dólares por una casa que está a dos metros del canal de las aguas contaminadas.
El esposo de Jéssica junto con dos personas, decidieron romper el miedo a sufrir enfermedades dermatológicas por el contacto directo con las aguas servidas y decidieron tomar palas y picos para cavar y aumentar la profundidad del canal que en todo su trayecto visible recorre unos 500 metros.
“Nuestro mayor pedido es que se coloquen tuberías por todo el canal”, es el reclamo unánime de los moradores, quienes centran la mayor preocupación en la salud de sus hijos que en ocasiones hacen de las aguas putrefactas el elemento para jugar, con la inocencia de creer que es la piscina que no tienen.