Creencia mata razón

“EL DÍA QUE MATÉ A MI PADRE: Confesiones de un ex comunista”, de Jorge Sigal, en 2017 llegó a Cuba y el régimen se encargó de retener la obra por la “alta peligrosidad de la mercancía incautada”. Sigal nació en Argentina en 1953. A los 17 años se afilió al Partido Comunista (PC). A esa edad viajó a Moscú a estudiar Marxismo Leninismo. En 1984, cuando era miembro del Comité Ejecutivo del PC argentino, renunció a su afiliación partidaria. ¿Por qué es tan peligrosa la obra?

Alfredo Leuco comentó: “Un alegato contra el fanatismo. Un libro sobre la ilusión, pero sobre todo acerca del duro despertar de la razón”. Lo tacharon de “traidor” porque ya pensaba diferente. Sigal afirma: “no me fui del Partido Comunista por lucidez… me fui porque no soporté comprobar que el mundo real era muy distinto del que había imaginado”.

Los derivados populistas del marxismo ofrecieron el “paraíso”, con los resultados nefastos bien conocidos. Sigal desmenuza su vida partidaria: le impresionó “el hecho menor”, según el Partido, de que Bresnev, el jerarca soviético, poseyera en propiedad 64 coches de lujo. Anota: “¡Claro que había cosas más importantes! La invasión a Hungría, a Checoslovaquia, los asesinatos del estalinismo. A mí no me cerraba que Bresnev tuviera interés en coleccionar coches de lujo”. “Es la confusión de los elegidos”, y concluye: “No se puede ser reaccionario y honesto al mismo tiempo, pero sí deshonesto y progre”. ¡En el ojo, candidato Arauz!

Cuenta que en casa de Galina, en 1971, en Moscú, Sigal vio la foto de Stalin junto a un militar que resultó ser el esposo de Galina. Contó que su marido había sido héroe pero que fue fusilado por traición a la Patria por el Camarada Stalin. Pero cuando se supo la verdad fue condecorado post mortem. Alegaba que Stalin fue el verdadero Padre de la Patria, y que tuvo la humildad de decir: “Sí, reconozco que cometí un error”. “¡Ahí mis dos héroes juntos! ¡Entiendes camarada!”

Subsisten muchos “camaradas” fieles a Correa, a su títere, y a los demás saqueadores de la Nación ecuatoriana. ¿Tendrán suficiente número de necios para una segunda vuelta?