Mi ‘Cuchi’ empieza a parir

Se hizo viral e invita a la reflexión, es la frase del niño de una escuelita azuaya, que justifica la entrega tardía del deber, por cumplir con otros roles de la cotidianidad del campo, en la que los niños son parte de la fuerza laboral de la familia.

Se nos hizo un nudo en la garganta al oír la vocecilla del niño preocupado con el cumplimiento de las tareas escolares, sabiendo que debe asumir las responsabilidades del parto de la cerda, “la cuchi”, que empieza su labor y exige atención inmediata.

Juan Gabriel se convierte en un símbolo de la realidad social y educativa ecuatoriana, con enormes carencias pero también con la constancia de la preocupación de las maestras por cumplir sus deberes y con llegar a sus niños, pese a las dificultades en la conectividad y a la escasez de las computadoras o celulares con la capacidad requerida.

La voz del chiquito remueve fibras sensibles; sabemos que al niño se le han ofrecido ya computadora, ropas, alimentos, en prueba de solidaridad, pero aquello no resuelve las necesidades integrales de todo un amplio segmento poblacional, que no tiene acceso a la tecnología, pero tampoco a los alimentos, a la salud, a la educación adecuada.

La reflexión, en este tiempo de Navidad, de Pascua, debe llevarnos a conformar una sociedad más inclusiva, menos segmentadora y asimétrica. Por exigir al gobierno que en breve se iniciará, luego del proceso electoral, que se dejen de demagogias y que cumplan con sus funciones en las cuales la creación de trabajo, la seguridad ciudadana y el fortalecimiento de la salud y de la educación pública, deben ser prioridades.

Juanito, el niño que inspira este comentario, con su voz y con lo que transmite, nos deja una lección de humanidad en este tiempo en el que conmemoramos el nacimiento de Jesús, el niño que nació como prueba de amor por la salvación de la humanidad.

Si juntamos las historias, encontraremos más sentido en palabras como solidaridad y bienestar colectivos.

¡Feliz Navidad para todos!