Refuerce la confianza

El uso apropiado de ciertos principios modifica nuestra conducta, para ser útiles en la familia, el trabajo y la sociedad. Un refuerzo positivo en nuestra misión de vida puede ser agradable como consecuencia de una conducta adecuada que se aprende y se mantiene. Un refuerzo negativo hace que dejemos de ser auténticos y se produzcan hechos desagradables para nosotros y nuestro entorno.

El castigo va mucho más allá de un refuerzo negativo que conlleva pagar un precio por cada ofensa, muy común en algunas familias y espacios de nuestra sociedad. El castigo permite que se paguen las ofensas con humillación, golpes, tortura y la cárcel que dejan secuelas psicológicas graves en la vida de las personas. Muchos psicólogos coinciden en que el castigo no elimina las conductas patológicas porque se repiten con más violencia cuando las condiciones son propicias o no hay vigilancia.
Existen buenas maneras de vigorizar la confianza: comunicación, afecto, atención, seguridad, socialización, gestos, mensajes de aprobación y agrado. El saber escuchar a las personas es importante para reforzar la autoestima; reconocer lo bueno, analizar lo malo y con el diálogo corregirlo puede ser una alternativa. Dar instrucciones claras y precisas, mejora las relaciones en la familia o el trabajo; a nadie le gusta que le traten mal, lo censuren públicamente o le hagan sentir como un idiota. Se puede reforzar o modificar la confianza invitando a la superación: lo lograste, está muy bien, buen trabajo, es lo correcto, eso es, te felicito, qué bien, etc. son mensajes positivos que dan valor y confianza.

Hay tres temas sobre los que es mejor no discutir: religión, política y fútbol. Existen personas con las cuales es mejor no reñir ni desgastarse, porque su objetivo es armar polémica y pelea para aventar toda la basura que traen dentro y que los carcome día a día. Quien se enoja sale perdiendo, una persona encolerizada complica su hígado, el páncreas, el sistema cardiovascular, desencadena problemas de diabetes o hipertensión y hasta una embolia. No vale la pena enojarse por cosas que no tienen importancia. Vienen tiempos difíciles, no sea víctima del fanatismo.

Rodrigo Contero Peñafiel