Admitir candidatura de Arauz

EL CNE y el TCE se pasan la pelotita para seguir obstruyendo e impidiendo que el país sepa a ciencia cierta cuáles van a ser los candidatos a las próximas elecciones presidenciales.

Esto es realmente imperdonable y riesgoso, pues se juega con fuego y con la democracia.

Se quiere utilizar a la jurisprudencia y a las leyes para tomar decisiones inadmisibles, tales como la descalificación del binomio Arauz-Rabascall que ya fue admitido el pasado 30 de octubre, para participar en el próximo proceso electoral. Resulta que ahora el CNE devuelve la pelotita al TCE por la impugnación de dos ciudadanos; lo que no es aceptable pues el recurso debería haberlo hecho una organización política, ya que desde el día de mañana cualquier ciudadano podría impugnar porque tal o cual candidato le cae mal, entorpeciendo todo proceso electoral venidero y vulnerado la democracia del país. Las candidaturas se eliminan por temas serios y de fondo, más no por capricho o conveniencia del gobierno y de los aliados de turno. No se trata de buscar cinco patas al gato ni de “interpretar o reinterpretar» las leyes.

Es absurdo que aún se siga teniendo la sensación de que el CNE sea un actor político que participa activamente en campaña y que quiera favorecer a uno u otro candidato. Este, afortunadamente, no es su rol.

Admitan a Arauz y, de paso, concreten para que Justicia Social también pueda poner candidato, pues a un mes de la campaña seguimos en veremos.

Esto está muy mal, y defender las candidaturas de Arauz y Noboa debe ser algo que nos acomune más no que nos divida, pues alentar a la participación de candidatos fuertes se llama pluralismo y democracia; entorpecer y eliminar a dedo se llama dictadura.

El CNE y el TCE deben tomar el camino de la ley tal como es, no tal como la quieren o la pretenden algunas corrientes políticas. Ustedes están llamados a regular, más no a influir en el próximo proceso electoral. Si el puesto les queda grande, ¡renuncien! pues los que analizamos el tema vemos muchas anomalías que ya deberían estar resueltas por el bien del país.