Varias casas fueron incendiadas, entre ellas el depósito de la cooperativa y la panadería. Saquearon alimentos en los negocios. Según juristas Internacionales, esos fueron: «actos brutales de venganza indiscriminada que constituían un ultraje para el sentimiento general de la humanidad».
Estas atrocidades contra la población civil, son similares a las cometidas en la actualidad, por narco-comunistas en Colombia, Ecuador, Chile. La diferencia es que en nuestros países las cometen terroristas locales, enemigos internos, antipatria; en el caso de Ecuador, vinculados a la CONAIE, FUT y organizaciones políticas «progres», de izquierda, comunistas; mientras que la narración inicial, describe crímenes de guerra cometidos por la GESTAPO, durante la invasión a Polonia, por parte del régimen nazi. Lo cual demuestra que el narco-comunismo, el socialismo del siglo XXI, no se diferencian en nada del totalitarismo alemán; es más, copiaron sus proclamas, para implementarlas en América.
El Foro de Sao Paulo en su última reunión determinó: después de la pandemia, aprovechar la debilidad económica. Generar movilizaciones masivas, como las desequilibrantes de Chile, Colombia, Ecuador. Continuar en esos países la organización paramilitar. Acosar a empresarios con leyes, incrementar impuestos para ocasionar su quiebra. Acabar con la economía de los países, para que de sus cenizas nazca el comunismo. Es similar a lo dispuesto por Hans Frank, gobernador de la Polonia ocupada: «hay que convertir la estructura económica, cultural y política de Polonia, en un montón de basura». El horror tiene rostro narco-comunista. Esta guerra necesita personas con valores, que tengan capacidad instintiva, para neutralizar al enemigo. Por tanto, es una hipocresía con hedor a traición, entrenar hombres para matar y enviarles a proteger a indefensos ciudadanos, con «armas no letales», bajo amenaza de juicio, si emplean fuerza, al repeler el ataque de vándalos terroristas.