En América Latina, son muy usual los golpes de estado sean civiles o militares, pero habían quedado un poco dormidos; ya hace mas de veinte años, desde que derrocaron a Bucaram en Ecuador, los congresistas de la derecha, para tomarse el poder político y económico, se inventaron un artificio legal, lo declararon loco, tema extraño dado que el congreso como institución no tiene la capacidad jurídica ni facultativa, para declarar loco a nadie. Ahora en pleno siglo XXI, cuando se ha globalizado las normas constitucionales en Derecho, absortos observamos como los parlamentarios peruanos, se inventan la figura de incapacidad moral para gobernar, y declaran vacante el cargo de Presidente de la República de Perú, dejando libre el cargo, para acto seguido nombrar al expresidente del Congreso como presidente defacto; hecho que ha causado la indignación del pueblo peruano, y que ha provocado manifestaciones multitudinarias en las calles y plazas, con heridos y muertos.
Los antecedentes son claros, los congresistas peruanos, vienen siendo cuestionados, y pasan por investigaciones e indagaciones Fiscales, por actos de corrupción, que tienen que ver con robos y coimas, aprovechando su condición parlamentarios; por lo cual no tienen la mínima autoridad moral para cuestionar, y menos destituir al presidente peruano.
Los argumentos utilizados son muy débiles, no tienen base legal, en virtud de que no hay una sentencia en firme de juez penal alguno, que dictamine o declare culpable y condene al presidente Vizcarra, si bien es cierto que hay vagas opiniones de hechos de corrupción en el pasado cuando Vizcarra fue Gobernador de una provincia, estos hechos no han sido judicializados, ni tampoco han sido procesados con la aplicación del debido proceso, por tanto la resolución del congreso peruano, no es más que un golpe de estado civil, gestado por el primer poder del estado. Con mucha razón, el pueblo peruano, pide en las calles que se vayan todos, no apoyan un golpe de estado que socaba la institucionalidad, y que busca evidentemente es tomarse el poder, con mezquinos intereses; que renuncie Merino ya.
Joffre Daza Quiñónez