Neuroderecho y barbarie

Quizás quieren iniciar en Chile nuevas leyes fundamentadas en los estudios de un laboratorio de Neuroderecho. Se trata de la iniciativa del neurocientífico Rafael Yuste, investigador y catedrático de la Universidad de Columbia. Ha recibido el apoyo del Senado de EE.UU., y se encuentran latentes nuevos debates legislativos para su aprobación.

El continente hispanoamericano se polariza cada día más y su destino histórico se sumerge en abismos de contradicciones, donde hacen falta respuestas a la barbarie, al hambre, la peste, la violencia de abuso de autoridad y de la fuerza. La Unesco y el mundo claman por el abandono a los desposeídos de la Tierra; el Sumo Pontífice ante la pandemia señala la falta de educación de millones de niños y la corrupción impúdica, aquellos que miran hacia un lado ante la tragedia de las migraciones.

No obstante el avance de las ciencias jurídicas en Chile, estamos viviendo en el mundo entero el inicio del fin de una época política.

Me motiva el análisis reflexivo de la cátedra, porque lo ocurrido el domingo pasado en Santiago es algo inimaginable para muchos.

Los mismos que incendiaron las iglesias de San Francisco de Borja, buscando venganza con los Carabineros por lo ocurrido un año atrás, ¿no podrán acaso mañana destruir el laboratorio mundial del neuroderecho? He visto caer entre las llamas la cruz de bronce de la torre de la Iglesia de la Asunción, justamente el día domingo en que nuestro señor Jesucristo venció la muerte.

¿Será esta la respuesta a la tremenda represión de la dictadura de Pinochet? En lo jurídico, en lo político, en lo socioeconómico siempre habrá una interrelación dinámica entre la sociedad y el derecho, ¡cuidado!

La paz se conquista con amor y con justicia, por ello es el bien mayor, axiológicamente el valor supremo sobre el que se constituye dentro de cada Estado una esperanza rebelde para las futuras generaciones.

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