Dueños de nuestro destino

En medio de una pandemia que no desea terminar, las actividades se han reanudado casi en su totalidad, con menos miedo y más ganas de trabajar, ecuatorianos poco a poco vamos aceptando la nueva normalidad.

A más del coronavirus, la problemática económica nos invade, y la crisis social y moral son cada vez más notorias, duele ver noticias, duele escuchar la radio, duele ver la pobreza de valores en nuestros representantes.

La persona es familia, es empresa, es sociedad, por tanto, concluimos que la persona es el principio y el fin de todo sistema productivo, y que alrededor de ella se mueve el mundo.

En momentos de profunda reflexión, lo mejor de lo peor que trajo la pandemia fue cuestionarnos muchas cosas que dábamos por hechas, y que hoy son más ponderadas.

La importancia de elegir adecuadamente a nuestros gobernantes es trascendental para nuestro futuro, son quienes nos ponen las reglas del juego, plasman la voluntad de las mayorías, juegan un papel crucial para millones de ecuatorianos, no podemos aceptar bajo ningún motivo un líder sin principios, un legislador sin conocimientos, un funcionario sin nociones.

El mundo cambiará cuando cada uno de nosotros cuide a fondo lo único que puede cuidar: de sí mismo, es momento de recuperar conceptos básicos que hoy no se valoran, el amor, la amistad, la humildad, la familia, la humildad, comunidad, fe, para muchos estas terminaron sólo siendo palabras que no tienen contenido, y que no reflejan ni mueven al ser humano.

Con el desarrollo desmedido de la tecnología cada vez es más fácil acceder a información de primera hora, noticias, libros, están a un solo click, usemos el internet, redes y contactos para alimentarnos de cosas positivas, somos parte de era del conocimiento en donde el que no lee es porque no quiere, solamente con la educación podremos crecer, ver más allá, ejercer el voto de manera responsable, cuestionar los actos públicos y no depender de terceros para salir de la crisis.

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