Ecuador y sus malos hijos

Nos quejamos, para qué? Exigimos, para qué? Es lamentable pero cierto el mal destino de los ecuatorianos producto de malos hijos ecuatorianos. El pueblo se queja, se lamenta, no hay trabajo pero sí despidos, no hay dinero y lo poco que se tiene no alcanza; cada día aumenta la necesidad, la pobreza, la enfermedad, el hambre y como lógica la protesta social a base del robo, de los gritos y la languidez junto a la locura que se confunde con los chamberos que afanosamente buscan un mendrugo o algo que confiados esperan que valga la pena.

Crece el pedido de dinero en los transeúntes a los que en gran mayoría sin arte ni beneficio se los ve deambular por las veredas desafiando al coronavirus, sin portar mascarilla, diciendo que la pandemia no es para ellos. Se permitirá entonces que el mal que nos aqueja producto en gran medida del irrespeto al protocolo de seguridad o ignorancia, se reduzca en gran medida o tienda a desaparecer?

«La ignorancia es atrevida» y a esta conclusión se llega cuando el coterráneo no quiere ver ni oir, no siente la amenaza que nos irradia y la muerte que nos acecha.

Muchos piensan que el hospital hace todo sin concebir que es limitado y carente también, que los médicos y enfermeras se cansan y tienen derecho a protestar. Parece que muchas personas ya no quieren vivir, disponen de dinero para su atención médica, esto se lo puede hacer en su propia casa y no molestando o abusando de los demás. Tanta pobreza de espíritu, de raciocinio e inteligencia, cunde la limitación en el ser y no ser, en el querer y no poder.

Será que piensan que con la llegada de los mismos lloverá el billete, así les lavan el cerebro y pregunto, de qué otra manera se obtendrán los recursos si no existiera el FMI y China que es lo que está más a la mano? Seremos la segunda Venezuela muy pronto?