Hora de la madurez política

El dilema que se presenta para el país el próximo mes de febrero, entre un modelo estatista y mesiánico, cuya imposibilidad de sostenerlo en el tiempo fue demostrado, además de inducir a las masas hacia la vagancia y falta de incentivos, pues casi todo se los da el Estado, y un modelo basado en la prominencia de la creación privada de fuentes de trabajo, cuyo representante ya ofreció bajarse de esa nube donde anidan las grandes utilidades de la banca, piedra filosofal para la creación de oportunidades de inversión. Pero las circunstancias geopolíticas del planeta, hace rato que ya no están para ser divididas entre izquierdas y derechas.

Al Ecuador le conviene hacer lo que su realidad impone, para salir de la pavorosa recesión que data de antes de la pandemia. En el plano económico, debe de hacerse los sacrificios que tienen que hacer los grupos que pueden hacerlo, pensando en transformarnos en una nación agresivamente exportadora y democrática. Ya no de 270 grupos medianamente fuertes, sino de miles de grupos, asociados o no, que miren al mundo como su mercado. Solo así se creará empleo y riqueza distribuible. Y para ellos, la democratización del crédito es la base para la generación de oportunidades. Obviamente, basado en un régimen de transparencia, honradez y visión de futuro.

Y del otro lado, la organización delincuencial, pide pista para regresar a asegurar su impunidad y seguirle dorándole la píldora al pueblo incauto. Su visión, de que es el Estado el que debe crear empleo y dinamizar la economía, creó una falsa prosperidad, cuyos resultados están a la vista. Su falta de ética y visión se palpa a diario. Ahora ni se sabe a dónde irán a parar los 6500 millones que han obtenido del FMI. Usan préstamos públicos para gasto corriente, para pagar deudas, lo que está prohibido constitucionalmente, lo que deja ver claramente, que para esta tendencia, la productividad no les preocupa, su preocupación son los amarres políticos. La Constitución les incomoda.

El resto de tendencias, son relleno. Es hora de que el pueblo reflexione y exija propuestas claras y viables a los candidatos.

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