Incertidumbre global

El martes 15 de septiembre inició el 75 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El Secretario General Antonio Guterrez, en desgarrador informe, refirió que “muchos están sufriendo y sienten rabia, mientras ven cómo aumentan la inseguridad y la desigualdad, se propagan los conflictos y cambia el clima… Presenciamos enormes disparidades en los ingresos, oportunidades y acceso a los frutos de la investigación y la innovación”; criticó el discurso político “de quienes demonizan y dividen”, y pidió a los dirigentes políticos, religiosos y comunitarios “luchar contra el odio y servir de modelo de tolerancia y moderación”.

El presidente Donald Trump destacó haber gastado más de 2.500 billones de dólares en armamento porque “si se quiere libertad, hay que enorgullecerse de su país; si se quiere democracia, aferrarse a su soberanía”. Luego criticó a las empresas digitales, los medios de comunicación y las instituciones académicas que “empujan ataques contra nuestras historias, tradiciones y valores”.

El presidente Xi Chin Pi reclamó por un mundo abierto a la economía, basado en el multilateralismo y liderado por la Organización Mundial del Comercio. “No estamos interesados en luchar en una guerra fría o en una caliente con ningún país. Continuaremos resolviendo nuestras diferencias mediante el diálogo y la negociación” y rechazó cualquier intento de politización o estigmatización en el caso de la pandemia e invitó a actuar de forma conjunta para afrontar la crisis sanitaria y económica.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin abogó por una Organización Mundial de la Salud fortalecida que pueda coordinar la respuesta global a la pandemia del coronavirus y pidió un acuerdo vinculante entre las principales potencias para prohibir la colocación de armas en el espacio y limitar el despliegue de misiles de corto y medio alcance en Europa y otras partes del mundo.

En las actuales circunstancias, los líderes de las potencias, reconociendo que la humanidad enfrenta una de las etapas más complejas de su historia, y recordando que el nacionalismo extremo ya ocasionó guerras genocidas en siglos pasados, tienen como ineludible deber impulsar la paz y cooperación internacionales, como el único camino posible para enfrentar las graves amenazas que afectan a la seguridad de este mundo globalizado.

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