Tras incendio en Lesbos, refugiados ‘a la buena de Dios’

ATROPELLOS. Varias familias sufrieron operativos ‘de control’ en los que se usaron gases lacrimógenos para empujarlas hacia el nuevo campamento. (Foto: TheTimes.uk)
ATROPELLOS. Varias familias sufrieron operativos ‘de control’ en los que se usaron gases lacrimógenos para empujarlas hacia el nuevo campamento. (Foto: TheTimes.uk)

Han pasado cinco días desde que un incendio acabara en Grecia con el mayor campo de refugiados de Europa, más conocido como el infierno de Moria, y los más de 12.000 migrantes que se han quedado sin techo se resisten a instalarse en el alojamiento temporal que está construyendo el Gobierno.

Kará Tepé, el nombre de este nuevo campo, situado a tan solo dos kilómetros de Mitilene, la capital de la isla de Lesbos, no atrae a nadie.

Hasta ahora hay 5.000 camas, pero aún no hay instalaciones sanitarias ni agua corriente.

Volver al infierno

Con agua o sin ella, los refugiados no quieren entrar en este nuevo campo. Para ellos es una prolongación de su infierno anterior. Quieren marcharse de la isla cuanto antes. El ministro de Migración griego, Notis Mitarakis fue claro: «¡Que se olviden de eso!», dijo.

Ayer Mitarakis intentó presionar con un caramelo que muchos considerarán envenenado: solo el que se registre y entre en el nuevo campo tendrá la oportunidad de que se le tramite su solicitud de asilo, y por tanto, posibilidades de abandonar en algún momento la isla.

«Ahora estamos viendo las primeras consecuencias de la tragedia del incendio. Se están dando infecciones, problemas dermatológicos, deterioro de la salud mental, muchos están al límite de sus fuerzas ….hay muchas mujeres embarazadas y muchos bebés. No hay acceso a agua potable, ni a instalaciones sanitarias. No tienen cocinas y ni siquiera pueden preparar un biberón», explica.