Si así llueve…

Ecuador atraviesa por una de las peores crisis políticas, económicas, sociales y morales, herencia en gran medida del despilfarro e ineptitud de gobiernos populistas, irresponsables y corruptos, agravada por los efectos de la pandemia que atribula a la humanidad.

Las previsiones sobre el futuro del país eran funestas y todavía son delicadas, pero el enfoque pragmático de la actual política económica ha traído al país un hálito de esperanza. Esto está bien, porque cuando alguien se está ahogando hay que agarrarse a la única balsa a la mano y no enredarse en disquisiciones ideológicas que quedan reducidas a un estéril y hasta suicida dogmatismo.

El apoyo a la reestructuración de la deuda privada, ofrecido por el 97% de los tenedores de bonos global fue una primera noticia alentadora; se trataba, de una decisión condicionada al resultado de las negociaciones con el FMI, suspendidas desde mayo, a la vez que constituían un requisito para que aquellas pudiesen avanzar. Con este antecedente, fueron posibles las reuniones entre la misión del Fondo encabezadas por Ceyda Oner y el equipo económico del Gobierno. El anuncio del acuerdo alcanzado llegó el viernes pasado. Se ampliaría el plan original de apoyo de $4.200 millones a un monto de $6.500 millones, a través de un instrumento denominado Servicio Ampliado del FMI, a ejecutarse en 27 meses y con un interés del 2,9%. El objetivo: ayudar a las autoridades ecuatorianas a estabilizar la economía, proteger a los sectores sociales más vulnerables, crear condiciones para la recuperación económica y promover un crecimiento sostenible e inclusivo. Esto hizo posible el canje de 10 series de bonos Global actuales, por nuevos papeles de deuda en condiciones blandas. Entonces, la ‘Solicitud de Consentimiento’ para la renegociación fue aceptada por el 98,5% de los tenedores. Ojalá esto sirva, como se ha anunciado, para sentar las bases de un crecimiento sólido e inclusivo.

También llegan buenas noticias desde las Fuerzas Armadas en las fronteras y el océano desmantelando bases de organizaciones criminales, y protegiendo el mar de flotas pesqueras depredadoras. La Policía Nacional combate a secuestradores, narcotraficantes y delincuentes con eficiencia; con recursos limitados. Bien, por estas instituciones que se han ganado la confianza del pueblo. Vale decir, en estos tiempos aciagos: Si así llueve, que no escampe.