María Rosa Zury
La elección del futuro Presidente del Ecuador podría depender de un solo clic. El CNE debate implementar el llamado voto telemático o e-voting en las elecciones de febrero 2021. Y si bien los sistemas de voto electrónico no son una novedad, vale preguntarse ¿El Ecuador cuenta con suficientes garantías para implementarlo?
Para algunos vocales, el e-voting sería una alternativa para fomentar mayor participación electoral de los ecuatorianos y, al mismo tiempo, cuidar su salud. Sin embargo, vale recordar que solo el 16.6 % de hogares rurales del Ecuador tiene acceso a internet fijo, comparado con la media nacional que es de 37.2 %. Es decir, se privaría del derecho constitucional al voto a las poblaciones de las zonas más alejadas de las grandes urbes.- Eso sin tomar en cuenta la analfabetización digital-.
El e-voting cuenta con otras dificultades en relación al método tradicional como son: el limitado control hacia la coacción, manipulación o compra de votos y la ausencia de anonimato al momento del voto, lo que podría derivar en el rastreo de la identidad del sufragante, poniendo en riesgo la ejecución de procesos electorales libres, seguros y limpios. Esta propuesta sumada a los diversos escándalos que acumula el máximo órgano electoral, solo agudiza la desconfianza de la sociedad ecuatoriana hacia su sistema democrático que no está dispuesta a poner en riesgo la privacidad, ni a ceder derechos a cambio de ahorrar supuestamente tiempo y recursos. El e-voting en ningún caso debería ser sustituto del sufragio tradicional, podría en todo caso complementarlo.
Lejos de tratar propuestas que nacen de una verdadera necesidad nacional, parece que el CNE ahora pretende desafiar el tipo de votación en nombre de la “protección” de nuestra salud. No hay necesidad de nadar contra la corriente. En la situación tan crítica que atravesamos, el Ecuador necesita garantías ¿O acaso ya olvidamos las veces que ha sido cuestionado el escrutinio en este país como para estar improvisando con armas de doble filo?.