Perder el futuro

“Felizmente” en el anterior período escolar no hubo pérdidas de año, por “petición de la Asamblea Nacional”; tampoco, los “cómplices” exámenes supletorios, remediales y de gracia; con ello, supuestamente se eliminaron temores, ansiedades y frustraciones de padres y alumnos. Tampoco se mencionan las causas de los fracasos: dificultades de aprendizaje, inestabilidad familiar, desconexión entre lo estudiado y la realidad, falta de hábitos y espacios, ausencia de herramientas para el proceso.

Pero, aparecieron otros problemas muy serios: cierre de centros educativos, deserción, pérdida de hasta un 50% de lo aprendido, retiro de docentes. Es decir, un futuro incierto.

Las soluciones para evitar este desastre humano, preocupan al mundo. En Ecuador, los remedios educativos, según declaraciones ministeriales se resumen: “el próximo año se deberá realizar una fuerte evaluación y una nivelación de conocimientos…”, “el cambio de modelo será más rápido”. Ideas sin sustento técnico y por eso, dudas. Si no hay trabajo o no tienen la capacidad idónea para hacerlo, al menos, deberían realizar adaptaciones curriculares, como en otros países.

Hay 2 vías: la de transición, Adaptaciones Curriculares No Significativas (ACNS) que son variaciones pequeñas de contenidos, tiempos, actividades, metodología y evaluación; y la definitiva: Adaptaciones Curriculares Significativas (ACS), que suponen modificaciones y/o eliminación de varios elementos, adecuándolas a la nueva realidad virtual.

Si bien el Ministerio ha recibido una avalancha de reclamos: matrículas, pensiones, modalidad de estudio, tecnología, aprendizaje remoto, conectividad, no olvidar que si lo más representativo de la ciencia educativa está en esa instancia, su competencia es resolver y además, planificar en crisis para lo posterior. Oportunidad de la pandemia para mejorar.

No se perdió el año, se puede perder el futuro.

Fabián Cueva Jiménez