El grito de Ruth

Cada día, en todos los países del mundo, los niños y las niñas sufren los efectos de la violencia. Ellos llevan en sus cuerpos las lesiones y los moretones, y en sus almas todo el dolor de esas experiencias. Son testigos de cosas que ningún niño debería ver. Pero debido a que todo ocurre a puertas cerradas, se trata de un problema que continúa siendo invisible. He titulado este artículo con el nombre de una pequeña valiente de 9 años, que entiende que si existe violencia en casa debe buscar ayuda.

El caso de Ruth refleja la abrumadora situación en la que sobreviven muchas niñas y niños, y que los condenan a un presente intolerable y un futuro sombrío. Luchar contra la violencia doméstica no puede esperar, es urgente trabajar en planes de seguridad en cada barrio, implementando una red de ayuda entre familiares, amigos, vecinos y las instituciones competentes. Por ejemplo, a través de los dirigentes barriales se podría construir esa red, ubicando a las familias donde se presentan eventos de violencia y localizando aliados estratégicos para brindarles contención y terapia a todos sus miembros.

En caso de emergencia se deben contemplar programas de rescate, para que de forma secreta puedan pedir ayuda, algo similar al botón de pánico que al mismo tiempo que alerte a la policía, también convoque a los vecinos más cercanos para que acudan al auxilio y estén preparados para refugiar a las víctimas cuando tengan que abandonar la casa de forma inmediata. Las posibilidades de cambio positivo son enormes si todos nos unimos contra la violencia. No cierres tus ojos, no cierres tu corazón, si actúas hoy puedes salvar muchas vidas.

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