Con esos candidatos, ¿para qué elecciones?

Descorazona saber, según la prensa, que “los candidatos inscritos oficialmente no podrán ser procesados hasta después de la proclamación de resultados” y personajes como los lenguaraces Bucaram y Correa pueden ser candidatos y circular libremente, aunque estén acusados, sentenciados y con orden de prisión, en casos comprobados de corrupción.

Decepciona saber que algunos candidatos no entienden la importancia de escoger al binomio como a su propio nombre en la papeleta. Hay candidatos “quita votos”, como el honorable médico cuencano escogido por Guillermo Lasso como opción vicepresidencial.

Desmoraliza ver al expresidente Lucio Gutiérrez en video, con metralleta, pidiendo cadena perpetua para los políticos corruptos, demostrando la degradación política. Igual pasa con el “catalán” Isidro Romero, ofreciendo que Barcelona “sea campeón de América”, si llega a la presidencia. Da pena ver al “casi ex secuestrado” Fernando Balda ofrecer colocar la bandera de China con un murciélago y una base militar ecuatoriana en Taiwán, si es electo.

Lamentable ver a los socialcristianos con precandidatos de serie B, tras la renuncia de su líder, Jaime Nebot. Descorazona ver a la antes fuerte centro izquierda con varios candidatos: “Yaku” Pérez, el “viejo zorro” Gustavo Larrea, un rector de universidad seducido por los cantos de sirena de la política y el exvicepresidente Sonnenholzner, aún sin partido.

Desilusiona ver una marioneta de Rafael Correa (versión ecuatoriana de Cristina) como su candidato a la presidencia: Andrés Aráuz, enemigo de la dolarización, exministro y gerente del Banco Central en la “década del terror”, apodado “el Ángel Duarte del tercer milenio”. Duarte (padre de la exministra con grillete, refugiada en la embajada argentina) fue candidato del CFP de Assad Bucaram en las elecciones de 1984 y casi supera a León Febres Cordero en la primera vuelta de las presidenciales, donde éste derrotó en la segunda a Rodrigo Borja.

Desalienta ver candidatos que son el resultado de calenturas del momento. Por tener currículum, presencia mediática y, especialmente, para recibir fondos del CNE (no existen auditorías de las campañas de Correa, Moreno y Glas en 2013 y 2017). La pregunta es: ¿con semejante crisis, por qué unos quieren volver o insisten, mientras los nuevos se lanzan? Con esos candidatos, ¿para qué elecciones?