Educar en Prevención de Desastres, un desafío en Ecuador

Priscila Amalia González Briceño

En los últimos años, se ha proclamado frecuentemente que «la prevención comienza con la información». Se trata sin duda de una consigna válida e importante, desde el momento en que se resalta la difusión de conocimientos como un elemento crucial para la prevención de desastres.

En Ecuador, la gestión del riesgo de desastres y la educación en prevención de riesgos debe tener una estrecha vinculación con el proceso de enseñanza-aprendizaje, es decir, que todas las actividades estén organizadas bajo una planificación programática y temporal en los centros educativos y que bajo esta base, el accionar de la sociedad sea adecuado al momento de presentarse una emergencia.

Sin embargo, las propuestas y avances en materia de normatividad, políticas, estrategias y programas, que promuevan la incorporación de la Gestión de Riesgos en los currículos educativos han sido débiles. Esto como resultado de que todos los esfuerzos por convertir la educación, con todas sus potencialidades, en factor eficaz de conciencia de riesgo y mentalidad preventiva, han sido procesos de escritorio que en muy pocos casos se han materializado e implementado.

Es evidente que no se trata propiamente de una ausencia de iniciativas o avances. Se deben reconocer diversos progresos doctrinales en la temática. El problema es que aún no llegamos a situar a plenitud la prevención de desastres como un «objeto educativo», en otras palabras, como una problemática abierta a las transformaciones de la realidad que se pueden intentar lograr desde la educación.

Por estas razones, el desafío está en que los niños, jóvenes y adultos, logren la asimilación de representaciones claras sobre el riesgo como dimensión de una realidad total, que además sea inclusiva y mantenga el significado propio de solidaridad y, muy especialmente, sobre las transformaciones objetivas y subjetivas que se requieren para reducir o eliminar los diversos factores de vulnerabilidad y llegar a fomentar una verdadera CULTURA DE PREVENCIÓN.T

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