Microverdades

La pandemia viral nos ha encerrado a todos en una burbuja de aislamiento, carencia, ansiedad y depresión. Estos 4 meses han sido una experiencia que jamás se nos cruzó por la mente que podríamos atravesar y que en el futuro nuestros descendientes regularmente tendrán que afrontar talvez con mayor virulencia y frecuencia, debido al trastorno que hemos ocasionado a la naturaleza y que lamentablemente continuará.

En nuestro país ha salido a flote la pésima estructura sanitaria y la miserable verdad de hombres y mujeres, que sin pudor y toda desvergüenza, han aprovechado la calamidad, para robar, esquilmar y engañar.

Se han multiplicado cínicos de toda jerarquía que se inventaron o agrandaron dolencias físicas o intelectuales para permitirse prebendas y exoneraciones económicas, negadas o desapercibidas para los reales interesados en lograrlas.

A Lenín Moreno no puede achacársele la lentitud con que la justicia progresa para castigar a todos los corruptos que se está investigando. La Función Judicial es independiente y está maniatada por recursos “legales” leguleyadas que alargan tiempos o directamente sobornos a jueces que exoneran, ocultan o disminuyen penas.

El presidente Moreno fue impuesto por Correa, quien se equivocó al pensar que, una vez asumido el poder, podría a través de Glas, manejarlo como títere. Moreno tuvo su primer acierto al desligarse de esa “protección” y poner en la picota al vicepresidente, descubriéndole de cuerpo presente como lo que fue: cínico y corrupto. Los correístas acusaron de traidor a Moreno y lo insultaron con los peores epítetos.

Moreno en los 10 años del correísmo mantuvo siempre perfil bajo. Estuvo la mitad de ese período dedicado a entregar ayuda a los discapacitados; los descubrió del anonimato en que vivían y supervisó el famoso Código de los discapacitados que les otorgó derechos especiales. La otra mitad del tiempo se pasó con su familia en el extranjero, sin hacer nada y viviendo una vida placentera.

El más importante mérito del gobierno de Lenín Moreno es el de haber sabido respetar a rajatabla el derecho a la libre expresión. Ello ha permitido descubrir centenares de actos grandes y pequeños de corrupción, gracias a la investigación que acometieron acuciosos periodistas.

Fausto Merino Mancheno