Los reyes del cinismo

Todavía nos queda algo de la capacidad de asombro y nos da mucha repugnancia el alto grado de cinismo ligado a los más ruines niveles de corrupción, que han sido profundizadas e institucionalizadas en el Ecuador. El cinismo ha coronado como reyes a muchos en estos tres meses, unos y unas más visibles, pero de manera fugaz, ante la sucesiva aparición de especímenes más avezados.

Son 100 días del confinamiento, pero las estampas y dinámicas ocurridas en estos meses, se corresponderían a décadas. A manera de remembranza, vemos como el niño empresario y discapacitado Salcedo dejó a la versión femenina de Gates, la Ocles sin gluten, en el olvido; el robo de la avioneta desde el garaje de Adoum, se quedó corto a la “otra realidad”, de la reina Mieles; las pruebas a punto de caducar de Yunda, afloraron a toda la tramoya dinástica y cofrádica, del científico desmemoriado que hoy no recuerda ni a sus parientes, ni las transferencias con sus claves.

El arma de fuego, obsequio de Moncayo, no pudo esconder los cientos de cajas con pruebas de Covid-19 encontradas donde Abdalá, la vocinglería de Dalo hizo trizas a todos los programas de farándula y reality shows, Arcos será la viuda honrosa y perseguida del famoso futbolista inocente, Acero será la becaria verde-revolucionaria que solo recomienda cargos públicos, total, si alguien acoge sus recomendaciones es problema de cada quien, Atamaint apuntará sus flechas con curare de audacia hacia Contraloría, al punto de buscar la destitución de la instancia que cumple con su acción de controlar el gasto público y la vinculación de las decisiones administrativas con el mismo.

Por la contundencia de las serias presunciones y las evidencias encontradas, en su contra, en las investigaciones efectuadas por Contraloría y Fiscalía, según el caso, ya no intentan como otrora, convencernos de su inocencia y de ser víctimas de persecución política; de seguro acuden a la asesoría de libretistas de programas de farándula, a charlatanes de feria, para afilar sus lenguas en la piedra del cinismo, que hace, que sus protagonistas mientan con total descaro e impudicia.