ROBERT PAUL BLACIO
Estamos próximos a culminar el año lectivo en la Sierra y la Amazonia; y, del corre corre…de los padres de familia. Es necesario realizar un análisis de lo vivido en la educación por causa del coronavirus.
En Ecuador, las decisiones en el ámbito educativo por COVID-19 se enfocaron principalmente en la suspensión de clases para prevenir el contagio; y, la provisión de herramientas para aprendizaje a distancia. Respecto, al mantenimiento del programa de alimentación escolar, no se evidenció política pública clara.
Países de la región han ido más allá, Perú y Uruguay, a más de instaurar plataformas en línea gratuitas para el aprendizaje, compraron tabletas y computadoras portátiles para apoyar a los estudiantes rurales, urbanos pobres y para maestros.
En los programas de alimentación escolar, Colombia envió directamente a los hogares los alimentos; Perú y Chile entregaron alimentos o canastas de comida; y, Uruguay otorgaron tarjeta de débito para comprar alimentos.
Los más afectados para lograr un aprendizaje significativo fueron las niñas, niños y adolescentes de las localidades de difícil acceso y poca conectividad, ya que no tenían los recursos tecnológicos necesarios, acceso a internet, conocimiento de los entornos digitales, apoyo específico para el desarrollo de las tareas, entre otros.
Otro punto de destacar es que varios establecimientos educativos no entendieron que la educación en emergencia no constituía la continuidad de un plan curricular regular; y, generaron altas cargas académicas en este tiempo, por desconocimiento en unos casos y en otros por justificar el pago de pensiones.
Superada esta pandemia, en el sistema educativo debe primar la salud, garantizar estrategias de nivelación, mejorar el acceso a internet, formación en entornos digitales, planes curriculares y demás elementos que permitan una educación integradora.
La educación siempre debe ser un terreno donde se cimiente las esperanzas del progreso y desarrollo. La indiferencia sería inaceptable.