Día del Refugiado

María Rosa Zury

A propósito del #DíadelRefugiado vale la pena preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo por integrarlos en nuestra sociedad?. Según ACNUR, a finales de 2019, habían 79,5 millones de personas víctimas del desplazamiento forzado en el mundo, de los cuales alrededor del 43% tenían 18 años. Además, 34,185 niños, niñas y adolescentes refugiados vieron su vida interrumpida por la violencia, el desalojo y, recientemente, por la pandemia.

Los niños desplazados están entre las víctimas que enfrentan mayores limitaciones en el acceso a servicios de prevención, tratamiento, educación y están expuestos constantemente a la inseguridad. Su derecho a un hogar, servicios básicos y a una vida digna ha sido violentado en todo momento. De manera que, el desplazamiento forzado de los niños, niñas y adolescentes alrededor del mundo, representa un gran desafío para los Estados y, sobre todo, para el resto de la humanidad.

En este contexto, dos acciones son indispensables: La primera, que los Estados firmantes de la Convención y el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados -1951 y 1967 respectivamente-, dobleguen esfuerzos y adopten leyes nacionales que respondan de manera eficaz a esta problemática. Segundo, que la sociedad demuestre voluntad y solidaridad con aquellas familias que se vieron obligadas a dejarlo todo, huyeron de su país y buscan un lugar seguro donde vivir.

Pasó el #DíadelRefugiado pero no debemos olvidarnos de ellos un solo día. En las actuales circunstancias es tiempo de respeto a la dignidad humana, de cambiar la forma en la que vemos a las personas refugiadas, de derribar prejuicios y empezar a ser más empáticos. La manera de integrarlos en la sociedad no es la caridad, todo lo contrario, es considerarlos como personas con derechos y obligaciones que contribuyen al desarrollo de las naciones.

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