La sequía

Desde 1994, cada 17 de junio se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Sin ser un motivo de celebración, este día sirve para reivindicar y concienciar sobre la importancia del agua. La desertificación es el resultado de un ciclo de degradación de la tierra. Según la ONU en el año 2025, 1.800 millones de personas podrían vivir una escasez absoluta de agua.

Entre los factores que desencadenan esta situación, se encuentra la explotación insostenible de los recursos hídricos. Por citar un ejemplo no se puede continuar con el despilfarro en la aplicación de sistemas de riego, no sólo entraña la pérdida de agua, sino que el vertido de residuos químicos de la agricultura está deteriorando la calidad del agua superficial. Las aguas subterráneas no sólo son contaminadas por elementos procedentes de la superficie, sino que también resultan afectados los ecosistemas acuáticos. Se ha calculado que la pérdida de tierra cultivable es 30 o 35 veces superior a la tasa histórica. Más del 10 por ciento de la superficie mundial de regadío está afectada por la salinización, un fenómeno de amplitud y gravedad crecientes.

El llamado al Gobierno Nacional y a los GAD’s, hay que tomar acciones responsables de cara al futuro. Urge proteger los sistemas de agua vulnerables, mitigando los impactos humanos. En este contexto la participación de la comunidad en la protección de nuestros ríos es fundamental, inclusive si en su momento debemos enfrentar al poder político y a los gobernantes. La desertificación es uno de los principales retos medioambientales, pero no es solo un tema ambiental, sino que repercute en la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible.

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