Repunte del virus

La pandemia no acaba ni disminuye. Se modifica. Los contagios y muertes por Covid-19 se acumulan pese a las campañas de prevención, medidas de distanciamiento y de bioseguridad aplicadas. En promedio el país registra 700 hospitalizados diarios, con sobre 45 mil enfermos de coronavirus y focos de contagio dispersos no apagados, mientras aumentan las sospechas de corrupción en 30 hospitales y toda la red sanitaria. Un panorama alarmante antes del anuncio a un repunte del virus.

Las compras irregulares de insumos médicos y el reparto político de hospitales centran la atención de autoridades pues enfrentar la emergencia de salud tras una planificación dependiente de un sistema corrupto y corruptible es algo inmanejable. Escándalo tras escándalo, con hechos que parecen perder hasta la fuerza de la sorpresa.

La amenaza de muerte al contratista Daniel Salcedo, que implica movilizar unos 60 agentes policiales, cautiva por asemejarse a una película de acción, tragedia y farándula: con villanos dueños de compañías y casas en Miami, el enriquecimiento ilegal por décadas, delincuentes y modelos que caen del cielo; un guion adaptado para telebasura criolla y el entorno del clan Bucaram-Adum. Otra indagación de Fiscalía, involucra al asambleísta Daniel Mendoza como si fuese el Padrino de una estructurada banda delictiva que incluye al fiscalizador y al contratista del Hospital de Bahía. Todo un escenario de ratas y rateros, mafias y mafiosos, la construcción de una distopía que explota el placer del delito: cohecho, tráfico de influencias, peculados y sobornos.

Ahora bien, los anuncios de un repunte del virus implican una vida plagada por la improvisación y desgobierno: público y privado. La impotencia latente de no responder frente a la intensidad de la corrupción invasiva y sus efectos devastadores. Tampoco la angustia social por cohabitar en medio de impunidad y mala administración estatal. Esa conducta del sobreprecio en los hospitales durante la pandemia que se volvió una pintura diabólica del regreso a la ‘normalidad’, donde el ladrón no devuelve lo robado y el criminal sigue en el saqueo protegido por medidas sustitutivas o ya está huido.

No obstante, la tragedia y sus protagonistas, así como los matices y características siempre hallarán las repuestas correctas, en el momento indicado. En un sentido espiritual, filosófico y optimista, un repunte del virus viene con su lado humano y también será una nueva esperanza. Como dicen los tibetanos, una fuente de fortaleza para renacer en un nuevo día.

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