Solidaridad: ¿Qué es eso?

Nos acercamos a los ochenta días de confinamiento. La pandemia del coronavirus nos acorraló en nuestras casas y el miedo a ser contagiados nos llevó a vivir dentro de sus paredes, a comprar mascarillas, alcohol, gel antibacteriano, alimentos para guardarlos, a comprar jabón y a esperar.

Muchos hogares de ecuatorianos, la mayoría, a más de las prohibiciones de movilidad decretadas por las autoridades, se encontraron con las carencias de alimentos, de agua y de los más elementales medios que una persona necesita para sobrevivir.

Otros, con más suerte, en sus hogares encontraron paz, refugio, una refrigeradora llena, una cisterna que abastecía del líquido elemento a discreción, con instalaciones eléctricas que asistían a innumerables equipos y aparatos con los cuales, la cuarentena se tornó ligera y hasta agradable.

En las casas, especialmente en los barrios de clases media y alta, los televisores funcionaban las 24 horas del día, unos con la televisión abierta, otros con la de cable, y otros con las plataformas que transmiten programas, series y películas a discreción; en sus listados el televidente puede escoger lo que sea de su agrado.

No faltó quienes frente a la pantalla de computación dejaban escapar toda su amargura. Sin censura escribieron toda clase de críticas e insultos contra los que mostraban una actitud diferente a la suya. Nada ni nadie se salvó de sus tronantes juicios: autoridades nacionales o locales, policías, soldados, médicos, enfermeras, personal de traslado de enfermos, personal administrativo de hospitales y casas de salud, recogedores de basura, en fin, todos aquellos que por la naturaleza de su trabajo podían salir a exponer su vida, eran blanco de las iras de aquellos valientes escritores de insultos bien apoltronados en el anonimato de su casa.

Ahora, cuando nos aprestamos a los cambios de colores en los semáforos de las ciudades, que marcan el paulatino fin de la cuarentena y la reanudación de las actividades, se me ocurre preguntar: ¿Quiénes mostraron solidaridad con sus semejantes en esta emergencia? ¿los partidos políticos? ¿los sindicalistas? ¿los gremios de profesionales? ¿los miembros de algún club? ¿los directivos, maestros y alumnos de alguna Unidad Educativa? ¿algún claustro académico? ¿los autocalificados intelectuales? ¿Acaso, a más del gobierno, pensó alguien en distribuir unas mascarillas, pruebas de contagio a sus agremiados o socios, acudir con alimentos a los olvidados entre los miserables? Y, sin embargo, todos nos declaramos solidarios.