Unitarios, federales….

Cualquier colegial sabe, o debería saber, que en nuestra historia para enfrentar diversas crisis institucionales se ha recurrido al torpe arbitrio de cambiar la constitución; la popular superstición de que la calentura está en las sábanas. En estos momentos de pandemia, víctimas no solo del virus chino, sino de la herencia macabra del correato y de la inoperancia del gobierno durante tres años, con la complicidad de casi todos los políticos, salta a la palestra, otra vez, la idea de convertirnos en estado federal.

Es verdad que el centralismo ha ahogado a las periferias, pero las provincias olvidadas y más pobres más bien han percibido un bicentralismo recurrente. Este ha sido producto de varias causas, una de ellas el primitivo e irracional sentimiento de creerse superior por haber nacido en tal o cual lugar, el que ha llevado a los grupos de poder a ignorar la existencia de un Ecuador provinciano y a demostrar esta ignorancia con hechos y palabras, con la negación sistemática de ciertas obras y con la burla hacia quienes no han nacido bajo cielos privilegiados.

Otra causa del bicentralismo ha sido el egoísmo despiadado de quienes han manejado el poder político, económico y cultural: nuestros líderes, con las consabidas excepciones que sirven para citar el manido refrán, nunca han mirado al Ecuador como una unidad, precaria es cierto, pero unidad con un pasado común; por ejemplo, miraron a un lado cuando los graves problemas de nuestra soberanía sobre los territorios amazónicos desembocaron en su ignominiosa pérdida.

Los intentos de fortalecer nuestra unidad nacional fueron torpedeados desde las camarillas influyentes para pescar a río revuelto y al final gobernar para ellas mismas y asegurar el futuro de sus descendientes hasta diez generaciones con cuentas en bancos extranjeros.

El Ecuador no cambiará con una nueva distribución de responsabilidades administrativas sino cuando nos veamos con solidaridad respetuosa; cuando los “mejores” reconozcan las necesidades y limitaciones de los desfavorecidos por haber nacido en las provincias olvidadas.

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