Abortos de alto riesgo y con poca información

DERECHOS. El acceso a servicios de salud reproductiva y a productos anticonceptivos y de higiene femenina se restringieron durante la pandemia.
DERECHOS. El acceso a servicios de salud reproductiva y a productos anticonceptivos y de higiene femenina se restringieron durante la pandemia.

Redacción MONTERREY

El cierre de clínicas y las limitaciones que todavía existen en ciertas partes de México han complicado el derecho al aborto durante la pandemia, poniendo en riesgo la vida de muchas mujeres.

Encerrada en una habitación en Tijuana, en el norte del país, Bianka Verduzco decidió abortar durante la pandemia del coronavirus.

«La ciudad colapsa mientras yo aborto. No puedo salir, no puedo comprar papel. No hay toallas sanitarias. No hay dinero. No hay trabajo. No hay vida», compartió la joven de 22 años. Este es un fragmento de un poema donde Bianka desahogó el episodio de dolor que vivió.

En medio de una contingencia sanitaria que suma 56.594 casos y 6.090 fallecidos, se dificulta el aborto en un país que restringe la interrupción segura y legal en parte de su territorio.

En México, el aborto se regula a nivel estatal. En 24 de los 32 estados, se permite por peligro de muerte para la madre, en 16 por alteraciones genéticas graves y en 15, por riesgo de salud. Solo 2 estados aceptan razones socioeconómicas. En los 32 estados del país el aborto es legal cuando hubo violación.

Bianka pertenece a Colectiva Bloodys, que acompaña a mujeres bajo el protocolo de aborto seguro de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La joven agregó que muchas mujeres cruzan a Estados Unidos para interrumpir su embarazo, pero actualmente no es una opción. En Ciudad de México, capital del país donde el aborto es legal desde hace 13 años, las clínicas fueron cerradas al considerarse una actividad no esencial.

Más riesgo en pandemia

El acompañamiento se complica durante el confinamiento porque están encerradas con familiares a quienes normalmente esconden su embarazo o aborto por el estigma, dijo.

«Me refugié en mi cuarto y pues en el baño, era como mi único camino», relató Bianka, que estaba de seis semanas y tomó 14 pastillas de misoprostol para provocarse el aborto.

Ella abortó con miedo a ser descubierta y sin suficientes artículos de higiene personal en una ciudad donde las compras de pánico provocaron escasez de papel y toallas sanitarias.

Pero reconoce que sí tuvo acceso a una información segura que desafortunadamente muchas no tienen.

«El acceso al aborto es un derecho humano que no decae con la pandemia Covid-19, sino que es aún más necesario debido a las restricciones de movilidad, al difícil acceso a los servicios de salud y a la fragilidad de muchas mujeres por la pérdida del empleo», advirtió a en abril Amnistía Internacional. EFE