La incertidumbre que ha generado la crisis sanitaria mundial nos tiene acongojados y turbados, como padres, como profesionales y como ciudadanos nos hacemos muchas preguntas que hoy por hoy no tienen respuesta.
El Coronavirus sigue ganando muchas batallas, prueba de ello es la desesperación por retornar a nuestras actividades, una crisis económica evidente ha dejado nuestros bolsillos vacíos, y ha dejado en claro que los famosos “semáforos” son sólo una utopía; las calles, bancos y esquinas del país se encuentran operando con total normalidad, una normalidad anhelada, una normalidad forzada.
Y es que caben varias preguntas para tratar de entender lo que vemos ¿Cómo puedo quedarme en casa sin casa? ¿Cómo puedo cuidar mi salud, si no tengo qué comer? Los efectos económicos de esta pandemia son y serán devastadores, ¿realmente podremos quedarnos en casa esperando que el gobierno nos de los lineamientos de lo que hay que hacer?
Nuestro país necesita soluciones acordes a la realidad de las características socio económicas que nos invaden, no podemos comparar las medidas nacionales con las europeas porque hablamos de condiciones totalmente diferentes.
Como es costumbre ya, se trata de solucionar todos los problemas sociales con medidas coercitivas, y esto nos ha demostrado una vez más que no es la solución, al contrario, diariamente estas cifras suben, es común que cualquier situación se solucione con prisión, porque es el camino más fácil.
Procuremos ser solución en lugar de conflicto, más en esta pandemia mundial que exige de todos una respuesta inteligente, eficiente y oportuna.
Los años venideros sin duda alguna traerán otras pandemias, nuevos virus o superbacterias, tenemos nuevos retos, unos de orden sanitario, otros de orden político pero el más importante es el de orden humano.
La ciencia y la tecnología serán grandes aliados, pero no suficientes para resolver lo que vendrá en los siguientes años, aún nos falta mucho por aprender lo que realmente quiere enseñarnos esta crisis sanitaria.