El dilema

Entre el miedo y la angustia: dilema de la ciudad y la nación.

Miedo -muchas veces cerval- sentimos los habitantes de la patria al contagio del Covid 19. Miedo –comprensible- también en las autoridades municipales que ahora son las llamadas, por encargo del Gobierno, a modificar las condiciones de restricción impuestas por el decreto de excepción, en razón de un sorpresivo lavamanos del poder ejecutivo. Pánico, porque los contagios se multipliquen de manera exponencial y el sistema de salud de la patria sea insuficiente para atender la vida de la sociedad.

Angustia en los ciudadanos, que necesitan trabajar para comer; angustia en la sociedad que entiende que ella ya no resiste más tiempo sin producir; angustia en las autoridades que saben que el país no puede dilatar su paralización. Angustia porque el hombre tiene que pagar por los servicios básicos, la renta, las deudas. Angustia por que él, el de a pie, el que vive del trabajo del día, no tiene ahorros para subsistir más. Entonces… a ese ciudadano, la restricción impuesta por la autoridad no le importa y se vuelca a la calle a imaginar de donde obtener recursos para la vida de él y de sus hijos y eso, no se puede controlar; la angustia, la desesperanza pueden estallar. Eso es peligroso.

Y… entre el miedo y la angustia, se impone ya -de urgencia- una salida controlada de esta situación, con imaginación y ponderación. Permitiendo el trabajo de la sociedad que es su principal angustia, con medidas que atenúen los riesgos de contagio; con más tiempo para la labor diaria, habrá más espacio físico para ella, menos tumulto, más distancia entre los seres, menos contacto. Que en nuestra ciudad esto será difícil, sin duda, dada la dinámica comercial y productiva de nuestra sociedad, pero hay que hacerlo y ya; so pena de graves consecuencias inmediatas e inimaginables.

Es la hora que cada ciudadano se cuide; en nosotros está la decisión de la autoprotección para una convivencia sana dentro de la sociedad, tenemos que convencernos que debemos convivir con este riesgo, pero convencidos que la ciudad y la Patria no pueden paralizarse.

Es hora ya de superar ese postrante dilema: entre el miedo y la angustia.