El consumo en cuarentena

La cuarentena mundial en la que estamos sumergidos todos los seres humanos de todos los países ha traído como una consecuencia visible el casi nulo consumo de combustibles fósiles. El tráfico de buques, aviones y vehículos terrestres es tan reducido que la demanda de gasolinas y diésel ha llevado al desplome de los precios a niveles nunca antes imaginados.

Pero, hagamos un alto y meditemos: ¿Qué otros productos hemos dejado de consumir, o al menos, hemos reducido su consumo?

¿Será que hemos dejado de consumir la ira, la envidia, la vagancia? ¿Será que hemos reducido el consumo de alcohol y de drogas, por el solo placer de consumirlas?

¿Nos habremos olvidado del chisme y de la crítica malsana, que no medita sus arranques de violencia verbal, y que atentan contra la honra de vecinos, vecinas, amigos, amigas, enemigos y enemigas?

Durante estos días en los que un virus nos ha encerrado, ¿hemos consumido toda nuestra capacidad de comprensión, ternura y solidaridad, para entender a nuestros hijos y amigos?

¿Cuál ha sido la dosis de amor que hemos invertido en forjar una familia más unida? ¿Cuánta amistad hemos perdido o ganado en el transcurso de estos días?

¿Hemos consumido la reserva de enojo, de venganza, de frustración que veníamos acumulando a través de todos los años de nuestra vida?

¿Cuánta cantidad de ilusión hemos consumido en pensar un construir un mundo mejor, en el que impere la mano extendida, la justicia, la verdad?

¿Hemos gastado toda nuestra esperanza en el futuro; o por el contrario, la hemos incrementado hasta tornarla en decisión de vida?

¿Hemos gastado nuestro tiempo en leer, en dialogar, en conversar con nuestra familia, con nuestros vecinos, con nosotros mismos?

Seguramente, las cuentas de la electricidad consumida habrán superado la media; pero, sus cuentas de consumo en restaurantes habrán disminuido.

Quizás las planillas de agua potable de su hogar, habrán sufrido un ligero incremento; pero la alegría de haber compartido las tareas del hogar con su esposa o esposo, sus hijos, le habrá proporcionado una rebaja en sus cuentas de stress, de angustia, de malgenio.

Estoy seguro que las cuentas que semanalmente pagábamos en bares y salas de juego, donde gastábamos el “tiempo libre” se habrán reducido, a cambio se habrán incrementado las risas y alegrías al jugar con el pequeño, con la pequeña a la que antes no la atendíamos porque estábamos ocupados.

¿Cuántas risotadas y manos extendidas ha consumido usted en esta cuarentena?