No tenemos humanidad

La pandemia ha dejado al descubierto la fragilidad de nuestra sociedad y sus horrores. Nos dimos cuenta de que la vida humana no vale nada. Así lo demuestran nuestras autoridades.

Primero, mintieron sobre las cifras reales de fallecidos develando que los fines políticos están por encima del dolor. Es evidente que no quieren admitir la magnitud del flagelo para evitar ataques sobre el pésimo manejo de la emergencia.

Pero, el dolor más fuerte fue, y sigue siendo, la dificultad de dar una digna sepultura. En Guayas se ha dejado los cadáveres en sus habitaciones por días, provocando que sean dejados y abandonados en la calle.

Nos dijeron que se estaban difundiendo videos falsos y que todo era mentira, hasta que al final tuvieron que disculparse y admitir que las imágenes eran reales. Se ignoraron las denuncias y se tachó de mentirosos y correístas a todos los que evidenciaban el problema. Mientras que los medios internacionales pasaban, sin censura, el drama.

A todo esto hay que añadir la imposibilidad de encontrar a los cuerpos de los fallecidos. En muchos casos, los mismos familiares han tenido que buscar los cuerpos extraviados o, peor aún, han debido pagar para información.

Otros cadáveres fueron saqueados y sus cuentas vaciadas; mientras que a otros se les entregaron, supuestamente, las cenizas de un ser querido, que resultaba también sepultado en un cementerio.

Hoy en día son muchos los que pueden dudar de la información que se le ha proporcionado sobre el paradero final de su allegado. Ni sobre el cementerio de Macondo se pudo escribir algo tan impactante. Y lo que es peor es que siguen anteponiendo la política al dolor y a la tragedia de los ciudadanos pues su soberbia es tan grande como su ineptitud.

Ahora nos hablan de muerte cruzada cuando la única muerte que debería interesarles es la matanza que está causando el virus.

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