La economía de la pandemia

Leonardo Izquierdo

Hace muchos años, el sentido de la perfección humana y del éxito siempre ha vivido oculto en la construcción de riqueza, donde el valor de cambio superó, y de largo, al valor de uso. Esa entendida relación entre el éxito humano y el valor monetario ha marcado la ruta del saber hacer y del saber tener. El camino siempre ha sido complejo y a la vez incierto, pero lleno de logros que han basado su fortaleza en castillos efímeros de un mundo casi perfecto, donde lo único cierto era la avaricia y el poder.

A través del tiempo, como sociedad creímos entender que el crecimiento era desarrollo y la expansión económica se llamaba bienestar, nos enseñaron que más oportunidades tienes de ganar cuando marginalizas los costos y escalas el producto. Creíamos que el infinito estaba aquí a costa de todo y que el sistema de la extracción y uso apresurado de recursos era el elegido, para que la bonanza aparente se reproduzca y se distribuya.

Sin embargo, ya a mediados del siglo pasado, voces se hicieron sentir cuestionando el sistema, pero no calaron en lo profundo del sentido libre del mercado, mas solo pretendieron iluminar el oscuro camino de la equidad social.

Este mismo sistema que hoy sí sucumbe por su propio creador, el Hombre, y se quiebra reconociendo su origen y sus problemas. Si tan solo aprendiéramos que en el inmenso universo la plenitud del planeta Tierra es finita y que la dicha de la vida no se basa en un único sistema, sino en cómo, quienes habitamos en él; coexistimos y construimos otra esencia de convivencia. Si tan solo pudiéramos haber entendido a la sostenibilidad como el concepto integral que defiende esa vida, tal vez podríamos haber estado preparados para esta pandemia invisible que más allá de ser viral, en sí mismo, viraliza las debilidades de una humanidad sedienta de justicia. (O)

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