¿En qué quedamos?

Pablo Ortiz Muñoz

“La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos”. Este pensamiento de Jean Le Rond D’Alembert en el siglo XVIII, es muy elocuente, en momentos donde deberíamos entender lo efímeros y simples que somos, mucho se habla que, en el actual momento lo que se escribe o lo que se comenta, debe generar positivismo en la población, siempre a favor y nada en contra.

Totalmente de acuerdo con esta percepción, que obedecería a la tranquilidad y sosiego de la ciudadanía. Simple y acertado, a cuerpos estáticos, reacciones apagadas, así de simple funciona la física. Como se emplee el concepto es lo que nos preocupa. Nos dicen que jodemos, términos desde lo despectivo algo vulgar para definir lo que expresamos, en muchos casos no conveniente a la verdad, pero conveniente al confort al que estamos acostumbrados, hago alusión exclusivamente a la clase política.

En momentos así, se aprecia el espíritu solidario y el sentido humano, no solo en los ecuatorianos, sino en general. Estos sentidos no distinguen: raza, color, religión, condición social, posición económica, etc. Simplemente están ahí.

Por el contrario, la clase política da mucho que desear, no la juzgo desde la posición a la que pertenecen y no me importa el nivel de desarrollo económico, tecnológico o científico del país al que representan; la juzgo desde el sentido deshumano, desde la incapacidad demostrada y la falta de visión frente a estas realidades, que podrían darse, como no darse, sin que esto los exima de culpa, por no haber prevenido.

La verdad, ¡Ningún país estaba preparado para algo así!, ni ricos, ni pobres. Pero la crítica está ahí y negativa, sobre todo hacia la clase pudiente y al sector empresarial, sea esta: desde la población o más aberrante desde el sector político. Señores, desde que tengo uso de razón, los aportes de la población y del sector empresarial han sido altruistas y han sumado más que restar en tiempos de crisis, incluso sobrepasando a los del Estado, que por supuesto los pagamos nosotros mismos, el problema ha sido, es, y será, la mala administración de los recursos, la incapacidad y la corrupción. (O)

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