Del coronavirus

Antes de continuar analizando el tema político electoral, hay que hacer un paréntesis para meditar sobre la crisis sanitaria que está viviendo la humanidad. Las pandemias anteriores, no recuerdo que hayan tenido tal contundencia. El planeta paralizado. Miles de empresas acumulando pérdidas irrecuperables. Los productores e industrias, impedidos de funcionar y comercializar correctamente sus producciones, complicándolos financieramente. Paradoxalmente, la banca nacional ofrece apenas refinanciar deudas, pero sin obviar lo que eso representa en intereses. Pienso que la actividad bancaria es vital en el mundo, desafortunadamente en nuestro caso, solo vela por intereses grupales y carece de conciencia social, con honrosas excepciones.

Al parecer, los virus y bacterias que han causado zozobra a nivel planetario, como el carbunco, ébola, peste negra, cólera, y demás enfermedades que atacan al inteligente pero débil ser humano, han procedido de lugares donde la higiene es muy deficiente. Esto, por razones políticas y de DDHH ha sido omitido en el diagnóstico de la OMS. Pero en el caso chino, se trata de la potencia mundial que tiene hipotecado a la gran mayoría de Estados, incluidos los USA y Ecuador, y sobre ellos recae la responsabilidad de recompensar al mundo por haber creado tan terrible mal, que podría acabar con la humanidad. Un replanteamiento del orden económico mundial debería imponerse. “El hombre es el lobo del hombre” dijo Thomas Hobbes; y lo de “cuidemos al planeta”, debería cambiárselo a “cuidemos a la especie humana”.

No obstante, esta cuarentena ha obligado a las familias a reencontrarse. A repensar sus valores, a pesar de que irresponsables politiqueros, hoy delincuentes conocidos, llegaron a dividir a la patria y a la base de la sociedad, entre disque buenos y malos. El obligado aburrimiento del aislamiento, ha evidenciado que las personas podemos sobrevivir sin tanto consumismo, sin tanta tecnología, y ha acercado a las familias, que habrán perdonado injustificados alejamientos, borrando manchas que a veces lleva el alma. Hay que verle el lado bueno a las catástrofes.

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