Nunca sabremos

LUIS MUÑOZ MUÑOZ

Nunca sabremos si estas son las últimas líneas de un artículo de opinión, que pretende buscar explicación a la grave situación que vive el mundo, pueda que sea la última sonrisa de un anciano o la última caricia de un niño, ante el asesino silencioso y microscópico de una pandemia provocada por el coronavirus que ha puesto de rodillas al mundo, segando miles de vidas, en cuyo holocausto los adultos mayores han sido los más afectados.

Posponemos el momento de opinar porque no es oportuno sobre acontecimientos políticos, religiosos o de género. Es el momento de la solidaridad humana, de reflexión, de perdón y, ante todo de cumplir con disciplina las disposiciones emanadas por el Gobierno y las autoridades sanitarias.

Ha habido muchas pandemias mundiales, la más contundente y conocida fue la gripe de 1918, en la que murieron millones de personas en el mundo, las cifras oscilan entre 50 y 100 millones, y se calcula unas 300 mil en España. Personalidades como Gustav Klimt, Egon Schiele, Guillaume Apollinaire, Edmond Rostand o Max Weber fallecieron por esta causa. Claro que aquella época las condiciones no eran las mismas de hoy que tenemos más y mejores armas que en 1918, para combatir un virus desconocido.

Ante todo, es necesaria la colaboración total y decidida de todos, esto es el Estado con las comunidades autónomas, los ciudadanos con las autoridades, los ciudadanos entre sí, los políticos con los científicos, el Gobierno con la oposición.

Es necesario todos los países del mundo, dejando diferencias, unirnos para defendernos ante un enemigo común, navegar en un solo barco y en el mismo norte, porque tenemos identidad de intereses, ya que el virus no distingue pobres o ricos, europeos o americanos, derecha e izquierda, simplemente es un enemigo mortal.

Si no enfrentamos juntos la pandemia, tenemos la disyuntiva de elegir entre la vida o la muerte, que sería el resultado de nuestra solidaridad o nuestro orgullo. (O)