En cuarentena

SANTIAGO OCHOA MORENO

De pronto, todo eso que sólo veíamos en películas, comenzó a pasar en nuestras vidas, aunque aún muchos actúan como si no fuera real.

Las clases sociales dejaron de importar, y el dinero, si es demasiado, dejó de servir, tiene importancia solo si alcanza para comer, comprar medicinas y cubrir necesidades, o para ayudar a alguien más. El miedo alcanza a todos por igual y estar aislados, es lo único que puede hacer la situación no empeorar.

Seguramente, muchos estarán aburridos encerrados en sus casas. Hay quienes tienen que salir a trabajar y muchos que no tienen en donde quedarse. Seguramente, el pasar tiempo con su pareja, hijos o familiares, con el tiempo no será del todo llevadero; hay quienes no tienen con quién pasar y desearían no estar solos.

La cuarentena debe enseñarnos a ser mejores personas, a ser ordenados y empáticos, a saber que mi bienestar no depende sólo de lo que yo hago, sino también de lo que hacen los demás, saber que si se contagia el pobre, también se puede contagiar el rico, si se contagia el que no tiene estudios, también se puede contagiar el que los tiene, si se contagia el joven, también puede hacerlo el anciano. Hoy más que nunca, dejó de importar la ideología política, la condición social, el color de piel o la vestimenta, hoy solo importa el buen corazón que tengamos, y lo empáticos que podemos ser con los demás. Porque el pensamiento egoísta, terminará afectando en el corto plazo.

Se vienen días difíciles, de a poco lo sobrellevaremos, aunque aislados, debemos estar unidos. Así como cuando termina la tormenta, aunque tengamos pérdidas, vendrán días mejores, aunque tengamos que construirlos. Si tenemos pérdidas, que sean económicas y no de vidas. Y que quienes se vean menos afectados, puedan ayudar a quienes terminaren siéndolo más. (O)

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