Confinados al miedo

Si consideramos que la geopolítica analiza los efectos provocados por la geografía física y la geografía humana sobre las relaciones exteriores y la política internacional, coincidimos con Elvis Vargas Guerrero del diario La Razón de Bolivia, en determinar que el coronavirus se convirtió en una geopolítica global en estrecho vínculo con los poderes políticos locales que en goce de sus facultades y con el miedo como aliado, son tan programadas, tan perfectas y nos confinan.

¿Qué si tenemos miedo?, claro que tenemos… y mucho, nuestra memoria genética está programada para asegurar nuestra sobrevivencia, y nos dice en condiciones normales, cuándo debemos pelear o huir; pero también tenemos en nuestro fardo cultural un arsenal de miedos, que siempre están vigilantes y ante la mínima chispa explotan, porque hay un imaginario que está vinculado con la autoridad política o religiosa.

Nuestros gobernantes toman medidas de control para enfrentar el avance del coronavirus, de un rato a otro, el hogar se nos convirtió en cárcel; facilito entramos en estados de angustia, ansiedad e incertidumbre; las consecuencias de esta pandemia las sufriremos todos, no solo con las víctimas mortales: la existencia del enemigo invisible se convierte en el mayor ataque a nuestro libre albedrío, el bajar los brazos en nuestra autodeterminación como individuos sociales y aceptar fácilmente, que los gobiernos decidan por nosotros con el objetivo de disciplinarnos.

Hay un bloqueo en la memoria colectiva, no nos acordamos lo que contaban nuestros padres de los cientos de muertos, por la gripe común que el pueblo la llamó DIVORCIO, DICTADURA Y LIMONADA en la primera administración de Velasco Ibarra, tampoco los millones que mueren con malaria, o por el hambre. El miedo nos vuelve indolentes ¿cómo estarán pasando los artesanos, los comerciantes informales, los pequeños productores?, solo nos importa cuando nos sentimos afectados, y no vemos otras amenazas como el alcohol en gel también mata los organismos buenos que habitan en nuestras manos, enfrentemos el miedo y defendamos la maravilla creada por siglos de evolución: nuestro sistema de inmunidad que se alimenta de optimismo, racionalidad y resistencia.